lunes, 27 de octubre de 2008

Carta a las madres que dan biberón

Desde www.bebesymas.com

Yo fui una madre que dio biberón y no deseaba hacerlo. Durante unos meses, mi bebé prematuro no se enganchaba al pecho. Y se que si conseguí relactar fue porque un cúmulo de circunstancias y apoyos me ayudaron. Pero que podría perfectamente haber tenido que seguir con el biberón y haber dado todo mi amor a mi hijo con él.
Cuando estaba embarazada pensaba “le daré el pecho si puedo”. Ese “si puedo” era un condicional aceptado completamente. Realmente creía que no todas las mujeres tienen leche. Tampoco sabía mucho más. Luego la vida me sorprendió y los problemas de mi lactancia fueron cosas que no preveía siquiera que existieran.
Conseguí relactar, pero como os digo, lo considero un regalo del destino que quiso que lo lograra. Pero sigo sintiendo que se lo que es dar biberón. Pero también se que lo hubiese superado y que mis brazos y mis besos habrían compensado a mi hijo por la lactancia perdida. Quizá, para protegerme habría olvidado lo que me dolió y me diría que no era tan importante en realidad.
Entiendo que las madres que han dado biberón en contra de su deseo se pueden sentir juzgadas con la defensa de la lactancia. Tenemos que autoprotegernos de algo que nos hace daño y sobre todo, por el bien de nuestros pequeños, seguir adelante con amor y disfrute de la maternidad.
También dedico gran parte de mi vida a promocionar la lactancia materna. Conozco a muchas mujeres que deseaban amamantar, que estaban totalmente convencidas de los beneficios de la lactancia materna y que incluso contaban con apoyo e información. He visto como algunas de ellas no lo han conseguido. Me siento enormemente unida a ellas. Son madres maravillosas, luchadoras hasta el límite de su capacidad, amorosas y entregadas.
Conozco también a muchas madres que no han podido dar el pecho, normalmente, aunque cueste llegar a admitirlo, porque recibieron una mala información. Podían. Pero algo falló. Destetaron por tratamientos médicos que podrían ser compatibles con la lactancia, por falsas hipolactias debidas a consejos erróneos, por creerse falsos mitos como que coger en brazos, amamantar cada vez que el niño lo desee o dormir con él son dañinas, por la falta de ayuda de sus familias, porque estaban desbordadas y agotadas y nadie supo ni pudo apoyarlas.
Cada vez que un bebé se queda con hambre y sin siquiera observar una toma por un supuesto experto se receta una ayudita en vez de indicar tomas a demanda real y sin reloj, cada vez que se manda dar agua o infusiones, cada vez que imponen pausas nocturnas, cada vez que se da leche artificial por supuestos fallos de composición o cantidad de la leche materna, cada vez, alguien se pone la base para el final de una lactancia que seguramente podría haber continuado.
Cuesta llegar a admitir que nos han robado algo y que dejamos que lo hicieran. Pero es que la lactancia nos la roban. Nos han machacado con mensajes falsos sobre que la lactancia artificial es buena. ¿Os habéis planteado si a ese producto se le han hecho los mismos controles que a un nuevo medicamento? Pues no, no se los hacen. No se lo han hecho nunca. Y nos lo han metido durante décadas como si fuera la panacea que resuelve los problemas de la lactancia, sin mencionar los que trae.
¿Que madre quiere darle algo malo a sus hijos? Pero ya habéis visto lo que ha pasado en China, ¿de verdad estamos a salvo? Yo no lo creo. Y creo que la lactancia artificial tiene efectos negativos nocivos sobre la salud pública que debemos conocer aunque nos hayamos visto obligadas a recurrir a ella y nuestros niños estén sanos. .
Las compañías productoras ganan miles de millones al año vendiendo esta leche que publicitan sin piedad e incluso saltándose impunemente los códigos deontológicos que rigen su venta. Miles de millones. Y así ha sido durante muchos años.
Pero claro que un niño puede crecer sano y feliz con biberón. Aquí estoy yo, que no me dieron ni una toma. Mi madre siempre pensó que era por culpa de la forma de su pecho. Pero no, no es así, la persona que la atendía no sabía lo que decía. Y no pudo amamantar con una gran pena. Me dio lo mejor que pudo y que supo. Pero no lo mejor, porque se lo robaron por ignorancia o por el interés de unas grandes compañías que se lucran del fracaso de las lactancias de tantas y tantas madres que con ayuda e información si habrían podido dar de mamar.
Casi todas vosotras si podíais dar el pecho. No pudisteis. Razones: personal sanitario sin formación, una sociedad que realmente no cree en la importancia de la lactancia, miles y miles de consejos y mitos falsos, falta de apoyo real de las familias y el no tener una red de mujeres. Era mejor, mucho mejor, haber dado el pecho y es válido estar triste y enfadadas por no haberlo logrado. Por eso hay que ayudar a que nadie más pase por eso. Si una mujer desea dar el pecho tiene derecho a ser sostenida, ayudada e informada, cosa que no tuvisteis vosotras.
Hay algo que sucede y que a las mujeres que están comprometidas duele mucho. Cuando se habla de los beneficios de la lactancia materna y de lo perjuicios del biberón saltan ampollas y alguien siempre dice “¿es que pensáis que somos peores madres por dar biberón?“. ¿Que hacemos mal al transmitir el mensaje? Porque precisamente uno de los motivos por los que las madres se comprometen con fomentar la lactancia es por tantas lactancias deseadas que no pudieron ser.
También hay madres que deciden no dar el pecho. Para ellas es preciso que reciban toda la información veraz sobre lactancia, para que su decisión, que es de ellas, no se vea empañada por falsedades. Ellas y sus bebés también merecen nuestro respeto y trabajo, para que lo que decidan sea verdaderamente lo que ellas han decidido con todo lo que necesitan saber. Muchos motivos harán que una madre descarte la lactancia materna, y por eso es preciso ofrecerles también un enorme respeto. Yo no me considero nadie para juzgarlas, aunque defienda que la lactancia materna es lo mejor para los bebés y crea que estamos siendo torpedeados por la industria que defiende sus intereses. Ellas son responsables y sus motivos nadie más que ellas los sienten y conocen, aunque seguramente sus motivos nacen de esos falsos mitos y de la falta de apoyo a la maternidad consciente que sufrimos todas.
A veces creo que es necesario repetir muy alto, cuando se defiende la lactancia materna, algo que es más que obvio. Las madres que dan biberón son tan buenas madres y aman a sus hijos como las que dan el pecho. Precisamente por ellas y sus bebés y por otros como ellos se defiende la lactancia materna, para que nadie se vea privado de ella sin necesidad. Os respeto, sea el modo que sea en el que dais alimento. No os juzgo.
El amor lo merece. El amor de una madre cuenta, más que el modo en que alimentemos a los bebés, aunque para ellos no hay nada mejor que el pecho. A veces siento que, por mucho que defienda la lactancia materna, es preciso decirlo alto y claro. Nada alimenta como el amor

Extraído de acá.

domingo, 26 de octubre de 2008

DOLORES MENDIETA

Comparto y recomiendo...


'Promesantes', Guache y acrílico sobre lienzo, 60 cm x 80 cm.

Todas las obras de la artista plástica Dolores Mendieta, están protegidas por el derecho de propiedad intelectual.




GACETILLA DE PRENSA

La artista Dolores Mendieta realizará dos exposiciones en simultáneo en la ciudad de Buenos Aires, a partir del 30 de octubre; ambas participarán del Gallery Night del 31 del corriente mes.
En Casa de Jujuy, la artista presenta una obra completamente nueva, de estética simbolista, naif, andina. Es una serie que nace a partir de sus investigaciones sobre la festividad religiosa del Abra de Punta Corral de Tilcara, Jujuy; que se celebra todas las Semanas Santas.
Con este trabajo rinde su tesis en el año 2006, graduándose como Licenciada en Artes Visuales. Ésta, será publicada por el I.U.N.A. (Universidad Nacional del Arte) por su calidad y aporte investigativo.
Los cuadros de "Cosmogonías y sikuriadas" se destacan por la originalidad de sus composiciones, imágenes e ideas; además de su gran colorido y poder de síntesis. Aborda temas mito-religiosos andinos, con el eje puesto en las bandas de sikuris que tocan en las fiestas patronales. El resultado no es un documento de la peregrinación, sino una reinterpretación e invención de mundos mágicos, espirituales, alegres y coloridos. Juega con los formatos y llega a la pintura-objeto en algunos casos.
La muestra consta de 12 cuadros realizados en diferentes técnicas: gouache, acrílico, óleo, técnicas mixtas, xilo-pintura, etc. La misma cierra el 14 de noviembre. El horario de visitas es de lunes a viernes de 10 hs a 19 hs.

Muestra "Cosmogonías y Sikuriadas"
Lugar: Casa de Jujuy. Av. Santa Fe 967. Tel: 4393-1295
Vernissage: Jueves 30 de octubre, 15 hs.
Gallery Night: viernes 31 de octubre a partir de las 19 hs.

La segunda exposición que realizará la artista Dolores Mendieta, será en la Galería Ayma, a tan sólo cuatro cuadras de Casa de Jujuy. En este lugar también presentará obra completamente nueva, pero de estética expresionista. Serán retratos indígenas y mestizos del norte argentino, realizados en óleo, acrílico y técnicas mixtas. Quizás lo más novedoso de esta serie sean los trabajos realizados con técnica de batik; estas obras simulan ser tapices.

Muestra: "Retratos mestizos e indígenas"
Lugar:Galería Ayma. Marcelo T. de Alvear 714. tel: 4312-6916
Vernissage y Gallery Night: viernes 31 de octubre, 19 hs.

Para más información puede consultar www.doloresmendieta.com.ar
www.casadejujuy.gov.ar , www.arteayma.com

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DE LA ARTISTA

Dolores Mendieta es una joven madre y artista egresada como Profesora de Pintura en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón. Además es Licenciada y Profesora en Artes Visuales, egresada del IUNA (Instituto Universitario Nacional del Arte). Se perfeccionó en la Escuela Superior de Bellas Artes "Ernesto de la Cárcova", realizando cursos de posgrado.
Ha hecho numerosas exposiciones en el país y en el exterior. Su obra tiene gran reconocimiento y es parte de colecciones privadas nacionales y de varias partes del mundo (europa, Brasil, Sudáfrica)
Desde este año, vive y trabaja en Traslasierra, Córdoba.

Para más información, consultar su currículum en la página de la artista.

martes, 21 de octubre de 2008

EL ROL DE LA DOULA EN EL PARTO

Por Verónica Valdés, Médico Universidad Católica de Chile y Doula voluntaria del programa “Hearts & Hands”, Universidad de California, San Diego.

Cuando los partos ocurrían en la comunidad, y no en hospitales, las mujeres eran constantemente acompañadas por otras mujeres durante el trabajo de parto, parto y postparto.
Al trasladarse los partos al hospital, este importante componente fue eliminado y por mucho años, las mujeres han debido tener sus partos con el apoyo esporádico de diferentes miembros del equipo de salud. Solo en las últimas décadas, se ha ido permitiendo la presencia del padre en el parto, pero ésta aun no es una práctica universal. Aun ahora, son pocas las mujeres que son acompañadas permanentemente por una mujer que le ofrece apoyo emocional continuo.

Existen estudios antropológicos de 128 culturas de cazadores recolectores o agrícolas, donde 127 cuentan con el apoyo emocional de otra mujer durante el parto (Klaus MH, Kennell JH, Klaus, PH, 2002).

La palabra Doula es en griego una mujer que sirve a otra, pero hoy se utiliza para referirse a una mujer experimentada en parto, que acompaña a la futura madre durante el trabajo de parto y parto, ofreciéndole información, y apoyo continuo, en aspecto físico y emocional, sin la responsabilidad del quehacer clínico. Ella observa, evalúa el estado emocional y responde a éste con palabras delicadas, elogia, destaca progresos, sugiere cambios de posición o movimientos, masajea las partes tensas, ofrece sugerencias a la pareja o familiar, ofreciendo un ambiente de intimidad, seguridad y tranquilidad.

El valor de la doula reside en que puede cambiar la percepción de lo que se vive. Se preocupa de que la mujer tenga un buen recuerdo de su parto.

Desde hace más de 25 años, Klaus y cols. (Klaus MH, Kennel JH, Klaus, PH, 2002) han observado e investigado qué ocurre con la presencia de una mujer que ofrezca "apoyo emocional continuo" durante el trabajo de parto y parto. Hasta la fecha se han observado más de 6000 mujeres en 17 estudios randomizados controlados (ERC) que muestran reducción de la duración del trabajo de parto, de la necesidad de anestesia o analgesia, de la incidencia de cesáreas, de la necesidad de aceleración con ocitocina y una mayor incidencia de partos naturales.

La doula ofrece apoyo incondicional, felicitando a la mujer por sus logros, uno a uno, sin juzgar. Se atreve a tocar, sostener, caminar, masajear, según lo que sea cómodo y aceptable a la madre y usa las palabras en forma positiva, con mucha delicadeza y cuidado.
El rol de la doula es solo ofrecer apoyo emocional, estar presente en todas las necesidades de esa mujer para permitirle ser la protagonista en ese momento crucial de su vida de manera que esta sea una experiencia positiva (Valdés V & Morlans X, 2005)

Si bien la literatura muestra toda una gama en la variedad de Doulas, la capacitación de estas se centra en la aceptación incondicional de la mujer, el cuidado con el lenguaje, siempre usando palabras positivas, pudiendo usar técnicas de relajación.

La doula también aprende técnicas para el manejo del dolor como masajes, presopuntura, movimientos que ayudan a la movilización del feto por el canal del parto y manejo del ambiente (nivel de luz, aromas, música). En situaciones con presencia de muchos familiares, es la Doula quien privadamente consulta a la madre si necesita regular las visitas, la que muestra al padre u otros acompañantes cómo ayudar y respetar a la madre (Klaus MH, Kennel JH, Klaus, PH.2002). La Doula se compromete a permanecer con la madre hasta finalizado el parto, independiente del tiempo que dure. Esta certeza le ofrece a la mujer la confianza para vivir el proceso del parto más relajadamente, para poder entrar en un estado de trance hipnótico a través del ritmo y el ritual, situación que favorece la acción de las hormonas del parto.

El rol de la Doula es el de confiar en la naturaleza de la mujer y del parto. Su papel es solo estar ahí, acompañar a la mujer en lo que ocurra, confiando en el equipo de salud, no tomando decisiones, sino solo siendo testigo del evento del parto.

Maternidad y trabajo

Por Laura Gutman

A la mayoría de las mujeres nos resulta muy arduo lidiar con la continuidad de nuestro trabajo y con la crianza de los niños al mismo tiempo. No es que esto sea imposible, es que depende de dónde hemos desplegado nuestra identidad antes de arribar a la maternidad. Trataré de explicarlo.

Hoy en día las mujeres hemos conquistado las calles. La era industrial y la entrada al Siglo XX, nos han abierto las puertas para acceder al mundo del trabajo, las universidades, las profesiones, el dinero, la política, el deporte y el pensamiento independiente. Tal vez las mujeres más jóvenes lo sientan como algo natural, pero las más maduras sabemos que es un merecimiento histórico tardío. La realidad es que las mujeres hemos sido obligadas a desarrollar aspectos emocionales, vinculares y de comunicación más acordes a la energía masculina, para adueñarnos de un lugar en el mundo externo. Y lo hacemos cada vez mejor. Así, a lo largo de las últimas dos o tres generaciones, las mujeres hemos sido finalmente miradas, reconocidas y apreciadas en ese lugar bien visible: el trabajo o el ámbito social. A partir de allí sentimos que comenzamos a existir. No es poca cosa.

Simultáneamente, bien lejos de esas sensaciones cargadas de adrenalina, cigarrillos y café, subsiste cada tanto ese misterioso deseo de engendrar hijos. A veces de un modo tan inconciente que el embarazo aparece sin haberlo llamado a nuestra vida. Pero un día allí está. Puede convertirse en un instante mágico que nos potencia y nos hace florecer. Nos ilusionamos con ofrecer al futuro hijo todo lo que no hemos recibido en nuestra infancia. En el mejor de los casos nos preparamos. Damos a luz. Y de un día para el otro nuestra vida da un vuelco, a veces de un modo no tan dichoso como habíamos imaginado. El niño nos sumerge en un mar de tinieblas, nos arroja al destierro lejos del mundo donde suceden las cosas interesantes, perdemos el tren de lo que habíamos asumido que era la verdadera vida. Desaparece el mundo social, el tiempo, las conversaciones entre adultos, el dinero, la autonomía, la libertad, en fin, desaparecemos como individuos valorados por los demás. Justamente, sentimos que dejamos de existir.

Allí aparece una enorme contradicción interna sin que tengamos verdadera conciencia de ello. Amamos a nuestros bebes pero deseamos escapar del infierno. Queremos criarlos con amor pero necesitamos desesperadamente volver a ser nosotras mismas.
Nuestro “yo” se perdió entre los pañales.

El malentendido que compartimos las mujeres modernas es creer que nuestro “yo” está sólo en el trabajo. A decir verdad, una parte de nuestro ser efectivamente se ha desarrollado allí. Pero otra parte de nuestro ser interior está escondido y permanece irreconocible para nosotras mismas. No lo hemos alimentado y tampoco lo hemos entrenado para convivir con nuestras otras partes tan codiciadas y aplaudidas. Por eso, esa porción de “yo” está desencajada. No hay público que la valore ni que la admire. A veces ni siquiera hay quien la tolere.

Ese es uno de los motivos por los cuales -más allá de las necesidades económicas o los compromisos laborales asumidos antes del nacimiento del niño- regresaremos al trabajo velozmente bajo todo tipo de pretextos que serán avalados por toda persona responsable y seria. El trabajo nos salva. Nos devuelve la identidad perdida. Nos coloca en un estante visible y ordenado a la vista de todo el mundo. “Somos” empleadas, secretarias, abogadas, redactoras, cuidadoras, médicas, ingenieras, bailarinas o cocineras. Poco importa. El hecho es que “somos” algo que tiene nombre y lugar para coexistir en la sociedad.

Ahora bien, el niño ha quedado en muchos casos, insatisfecho. No tanto por las horas que las madres estamos ausentes. Si no a causa de la carga de identidad, valoración y deseo que las madres ponemos cada día en ese “afuera” salvador y dador de identidad. Está claro que “afuera” logramos “volver a ser” y “adentro” con el niño en brazos y solas, nos tornamos invisibles.

Por eso solemos creer que la maternidad y el trabajo son incompatibles en cierto sentido. O mejor dicho, creemos que si esperamos ser excelentes madres, será a costa del trabajo donde perderemos beneficios y crecimiento a causa del tiempo que nos insume la dedicación al niño. Y si queremos ser excelentes trabajadoras, dedicadas y con la energía dirigida al ámbito laboral será a costa de un vínculo más pobre con el niño pequeño o bien delegando su crianza en otras personas.

Es una encrucijada que compartimos hoy en día las mujeres que tenemos niños pequeños. El desafío está en la capacidad de construir una profunda conexión emocional con el niño y con la totalidad de nuestro “yo interior”, teniendo en claro que la identidad tendremos que reformularla en base a nuestros recursos emocionales. Es de adentro hacia afuera. En ese caso, tal vez sea posible seguir trabajando, si es nuestro deseo o nuestra necesidad, sin que el niño tenga que pagar los precios del abandono emocional. La diferencia reside en utilizar el trabajo como refugio o salvación ante nuestra discapacidad para entrar en relación afectiva con los hijos, o bien en desplegar nuestra nueva identidad de madres en la invisibilidad de la vida cotidiana con los niños pequeños sin lastimar el vínculo con ellos, trabajemos o no.

Concretamente, no es el trabajo en sí mismo lo que nos impide ahondar en la relación afectiva con nuestros hijos, sino nuestra capacidad o discapacidad emocional.

lunes, 20 de octubre de 2008

La Rueda Púrpura

 

TALLER DE CONOCIMIENTO FEMEMINO

 

 

 

                     

Sangrar luna a luna es un símbolo de la vida cíclica.

Revela los misterios  femeninos y hace consciente

la relación de cada mujer con su útero.

 

 

El tiempo de sangrado puede volver a ser un tiempo de gozo y

aprendizaje, un retorno al hogar cruzando a través de las aguas

de nuestras emociones. Una recuperación de la ciclicidad más esencial, al compás de nuestro útero, de nuestros tiempos de actividad y descanso, en dirección del lugar donde el alma vive en libertad. Recuperar la conciencia y celebrar las diferentes energías femeninas que se movilizan en cada ciclo menstrual puede devolvernos confort y honorabilidad.

 

En nuestra cultura de consumo el punto de vista clínico,

 lo tangible medible, lo estrictamente biológico y

objetivo nos destierra de la espiritualidad de nuestros ciclos. Los mandatos culturales negativos son el origen

de casi todos las enfermedades y sufrimientos de las mujeres.

 

LA RUEDA PURPURA ofrece una oportunidad

de transformar la actitud pasiva frente a estos mandatos

 positivizando la experiencia de la vida cíclica: menarca,

embarazos, partos, amamantamientos, puerperios y menopausia.

 

 

Hablar del conocimiento femenino

es volver a verlo TODO desde la lente

femenina, donde las mujeres somos sujetos

activos de nuestra propia investigación y lenguaje.

 

El Conocimiento Femenino se ocupa de todo

 lo que no se ha ocupado la ciencia y las religiones

 mayoritarias: del pensamiento analógico, de la metáfora,

 de la visión espiritual, de la exaltada inspiración chamánica,

 de la mística, de la mirada creativa, de la contemplación

 del Misterio. Es un espacio que reúne a mujeres anónimas,

 sin rostro, en un circulo, que desean vencer el aislamiento

  creando un refugio lunar en donde tejer la trama infinita del Saber

 

 

 

 

PROPÓSITOS DEL

TALLER

 

LA RUEDA PURPURA  intenta devolverle al

 Ciclo Menstrual su valor positivo y sagrado.

 

LA RUEDA PÚRPURA  aspira a generar un grupo

que ocupe el vacío comunitario que han dejado los antiguos

 Consejos de Ancianas tribales y sus rituales de transición.

LA RUEDA PÚRPURA  desenmascara y hace consciente

 los tabúes que rodean a las funciones biológicas

psicológicas, energéticas y espirituales femeninas.

 

LA RUEDA PÚRPURA  ofrecer un espacio de entrenamiento

 y acompañamiento emocional para todo aquello que

 rodea los Ciclos Femeninos y su salud psicofísica y espiritual.

 

LA RUEDA PURPURA  da instrucción y prevención

a todas las generaciones en los Misterios Femeninos.

Integra a mujeres de todas las etapas: doncellas, maduras, madres y abuelas.

 

LA RUEDA PÚRPURA es un espacio intermedio entre la

 danza, el mito, los relatos personales, la antropología y el alma.

 

El taller esta diseñado como un laberinto.

 Con pasadizos, puertas y atajos que nos llevaran

a la cámara secreta: nuestro útero, origen y fuente, ese lugar donde vive,

desde el comienzo de los tiempos,  el inmortal Poder Femenino.

 

Se realiza en una jornada de seis horas, y una vez

que lo experimentas puedes volver a repetirlo.


Sabado  25  de Octubre, 2008. De 16 a 22hs.
 
Ciudad Autonoma de Buenos Aires
En el Barrio de Chacarita.

Para compartir cualquier inquietud,
pregunta o sugerencia comunícate conmigo.

Una brazo Púrpura
Myriam Wigutov

4553-2575/15-5- 729 4064
www.laruedapurpura.com.ar



LUNA YOGA

LUNA YOGA

Una aproximacion al Hatha Yoga desde la Luna

Luna Yoga es un trabajo desarrolla por Adelheid Ohlig en 1978 despues de haber sido diagnosticada con carnicoma in situ - cancer de cuello uterino. Determinda en buscar una forma de sanacion alternativa a las ofrecidas por sus medicos, comienza una practica de yoga y explora distintas maneras de sanacion. Al sentir que su sanacion estaba relacionado con su ciclo menstrual, Adelheid decide conocer a Aviva Steiner, en Isreal quien habia descubierto ejercicios que podian inducir la ovulacion y la menstruacion. Al estudiar por un periodo tan corto como solo 4 dias Adelheid comienza a menstruar luego de 3 años de ausencia de ciclo. Luego de varios meses de estudio con Aviva, Adelheid se realiza un nuevo diagnostico y los resultados muestran las celulas del cuello uterino sanas y normales. ...
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domingo, 19 de octubre de 2008

El buen nacer no es un lujo

El buen nacer no es un lujo

La nueva maternidad de Tigre es una excepción creada, paradójicamente, para que se cumpla la regla sancionada por ley desde 2004 que protege los derechos de madres, padres, hijos e hijas en el proceso de parto y nacimiento. Sin embargo, una práctica médica invasiva y anquilosada sigue generando tensiones que, por supuesto, involucran cuestiones de género.

Por Roxana Sandá
http://static.pagina12.com.ar/fotos/las12/20081017/notas_12/partotigre.jpg

Septiembre en El Tigre es una especie de bendición de brazos grandes que se derrama en cada piel. Aunque para las jóvenes que viven en las islas, como Melina, asome apenas como una gracia cotidiana desde la niñez. Un derecho por costumbre a los sauces añosos y a un sol que las colorea de arrebato. Por eso advierte que la bendición es otra. “Son esta panza y este hijo por venir en cinco meses. Y a la bendición hay que ayudarla con un lugar bueno. No quiero que me pase lo mismo que a mi vieja cuando nos tuvo a mí y a mis hermanos, que la tiraron sola y a los gritos en una camilla, mal pero acostumbrada. Quiero que me den bola, que me expliquen cómo son las cosas, que me traten bien cuando nazca el bebé. Y dicen que acá todo eso marcha.” El motivo de esperanza que agita Melina está en la flamante maternidad del Hospital Municipal Doctor Valentín Nores, que promueve el parto humanizado como política de salud pública y que se inauguró el 15 de marzo pasado.

Lo que se dispuso entonces, con la creación de la maternidad, fue reactivar una toma de conciencia sobre la ley 25.929 vigente desde 2004, de Derechos de madres, padres, hijos e hijas durante el proceso de nacimiento. En la Argentina son contadas con los dedos de las manos las instituciones públicas y privadas que aplican la normativa.

Se cuentan por miles, en cambio, las mujeres que no reciben un trato profesional respetuoso en los procesos de parto, con la violación sistemática de sus tiempos biológicos y psicológicos. La mayoría sufre prácticas invasivas, adosadas al suministro de medicaciones injustificadas; toleran la prohibición de permanecer acompañadas por una persona de confianza durante el trabajo de parto y posparto, y no gozan del beneficio de apegarse al recién nacido luego de parirlo y durante su permanencia en la institución.

En una realidad sanitaria tan hostil, la virtud de la maternidad de Tigre consiste, precisamente, en brindar herramientas a las mujeres para que alumbren seguras, contenidas y respetadas. El servicio de internación obstétrica cuenta con camilla de parto transformable en silla de parto y camilla de quirófano, que posibilita realizar partos en diferentes posiciones y cesáreas sin necesidad de traslados. Hay un área de preparto con tres camas, para que las mujeres permanezcan acompañadas por quienes deseen durante el período dilatante y el período expulsivo, y funciona una residencia de madres para fortalecer el vínculo madre-hijo cuando el bebé requiere internación prolongada.

“La maternidad se abrió por el compromiso político de invertir en recursos de salud como prioridad y a partir de los datos de morbilidad y mortalidad materna del partido de Tigre, superiores a los de la Quinta Región, a los de la provincia de Buenos Aires y superiores a la media. Hoy asistimos unos 180 partos mensuales y se estima que absorberemos casi la mitad de partos anuales del distrito”, explica la directora general de Hospitales, Raquel Sussman.

¿Cómo se hará eje en el parto humanizado desde la institución?

–La palabra que más me gusta es parto respetuoso. En realidad lo que uno plantea es el respeto por una situación vivencial, casualmente de una mujer. Entonces tenés cuestiones de género, culturales, vinculares. Dije: hagamos una maternidad como creemos que tiene que ser, pero en el espacio público. Porque en el espacio privado hacés un vínculo donde de última el paciente y el médico se eligen aún dentro de una cartilla. Pero en el hospital público la posibilidad de la elección no existe.

Es la práctica del respeto por el otro, por la otra.

–Hay un sector de la población con el que no podés trabajar si de antemano no lo considerás sujeto de derecho; es una postura que irá creciendo con el tiempo. Ese respeto por el otro se dispersa sobre las madres que van a parir, y es lo que queremos ofrecer a las mujeres que acceden al hospital público. El planteo es aprovechar todo lo bueno de la tecnología y de las ciencias humanas.

¿Cómo se articulan esos aspectos?

–Significa respeto por los procesos. El parto no es cuando yo digo, será cuando deba ser, pero vamos a controlar que no se desvíe de lo que las normas de salud establecen como la evolución normal del parto. Aceptar los procesos naturales e intervenir con el conocimiento médico cuando es necesario. A los recién nacidos se les hace la detección de hipotiroidismo, pero las extracciones se realizan al lado de la mamá. A las mujeres por parir se les pregunta si quieren estar acompañadas: algunas están encantadas y otras no quieren. Y escucharlas también es parte del parto respetuoso.

Elvira grita por los pasillos, “porque no entiendo”. Dice que sabe reconocer cuando un nacimiento se avecina, si ella misma parió a tantos hijos como dedos tiene en la mano. Por esa sabiduría de sobreentendidos es que no comprende que a su nieta no le practiquen una cesárea. “Si ya pasaron unas cuantas horas y todavía no dilata”, resopla con fastidio desoyendo otros supuestos que valoran los tiempos íntimos de cada cuerpo, la calma necesaria para el trabajo de parto y el ánimo bajo presión en contra de la adolescente primeriza. “Es que tengo miedo de que le pase algo”, concluye sombría.

La construcción de los mitos del embarazo, como la violencia contra las mujeres, atraviesa todas las franjas sociales. Desde el imaginario de aquéllas con una dinámica hospitalaria de años como pacientes, o aun desde los mismos efectores de la salud, embarazo y parto suelen quedar atrapados en una telaraña ideológica y cultural determinantes.

Algunos fantasmas que componen ese universo: cuando se rompe la bolsa, empieza el trabajo de parto. Si no te hacen episiotomía te desgarrás; no podés beber durante el trabajo de parto porque podés aspirar el vómito si te hacen una cesárea; hay que cortar el cordón umbilical pronto porque le va sangre al bebé y eso es malo. Si no te rasuran los genitales podés infectarte; si te hacen enema no hacés caca en el parto; no hay que gritar porque perdés fuerza. Todos los partos requieren goteo. La médica obstetra Claudia Alonso, integrante de la organización Dando a Luz y una de las coordinadoras de obstetricia de la Maternidad de Tigre, reconoce en esas frases los procesos “de una medicina intervencionista y tecnocrática. Se corre el riesgo de que las propias mujeres pidan intervenciones en los hospitales. Muchas empiezan a medirse con las de mayor poder adquisitivo, que después de dos horas de trabajo de parto les hacen cesáreas, y deciden exigir lo mismo para sí. Se va perdiendo la cultura del parto fisiológico, la intuición del propio cuerpo”.

Dos meses atrás, las profesionales de Dando a Luz tomaron registros de esos maltratos sobre mujeres de la comunidad boliviana que habitan la Villa 1.11.14, del Bajo Flores, y paren a sus hijos en el Hospital Piñero. “Casi todas coincidían en que después del parto quedaban solas, sin sus bebés, apenas cubiertas por una sábana, en un pasillo del hospital. No sabían cómo estaban sus hijos ni a quién reclamar –relata Alonso–. Muchas venían de partos domiciliarios en su país, atendidas por comadronas. Hasta las más jóvenes tienen el relato de los partos acuclillados. Pero volvían a parir al hospital para que sus hijos tuvieran el documento. Es un tema tan fuerte carecer de documento, que prefieren someterse al maltrato.”

El objetivo de modificar de manera positiva la forma de nacer no sólo promovería un modelo de atención a la maternidad centrado en la salud y en la mejora del resultado del parto, “sino que también reduce sustancialmente los costos”, destaca la ginecóloga y obstetra Alejandra Avendaño, jefa del Servicio de Obstetricia de la Maternidad de Tigre y con vasta experiencia en asistencia por parto humanizado. “Entre las prácticas actuales en la atención a la maternidad y al recién nacido que contribuyen a los altos costos y a los resultados inferiores se encuentran las intervenciones diagnósticas y terapéuticas que no tienen eficacia probada. En la Argentina, por ejemplo, los partos están muy medicalizados”, advierte.

El mercado de las intervenciones se trama en la utilización de oxitocina, peridural, en vías de canalización e hilos para suturas. Aumenta veinte veces la necesidad de fórceps y se asciende a un 70 por ciento de cesáreas en el sector privado. La clave está en la optimización del tiempo: cuantas más pacientes se atiendan, más crecerá el negocio. La participación de un enjambre de enfermeras, anestesistas, servicio de hotelería que requieren internaciones de dos a cuatro días por mujer y niño dan cuenta de otra epidemia presupuestaria que se refleja groseramente en las prácticas de cesáreas. Sólo en los hospitales públicos de la ciudad, el porcentaje de partos quirúrgicos oscila entre el 50 por ciento y el 29 por ciento. Mientras que la tasa recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es del 15 por ciento en hospitales que atienden partos complejos y del 10 por ciento en los que reciben a mujeres sanas. En el total país, el promedio se acerca al 30 por ciento. Y las episiotomías en los sectores público y privado llegan al 90 por ciento, cuando sólo se justifica entre el 8 y 10 por ciento. “La inversión en salud debería realizarse en capacitación para los profesionales y todos los que trabajan en un hospital”, sostiene la obstetra Yasmín Amman. “Tienen que recibir apoyo y ser bien remunerados. No se requieren camillas especiales para tener un parto respetado. Lo único que se necesita es un profesional contenedor, idóneo y abierto.”

Para Amman, “el 70 por ciento de los partos naturales depende más de los profesionales que de los insumos. Las herramientas son necesarias pero la obstetricia, considerada de atención primaria, se basa especialmente en el recurso humano. Pero muchos profesionales y los intereses económicos de la industria la plantean como si fuera una disciplina de cuidados intensivos. Las mujeres deberán empoderarse y recuperar esa concepción de que las embarazadas no son enfermas graves”.

En los últimos años se vislumbró una apertura promovida desde los propios efectores de salud, a partir del trabajo de los movimientos de mujeres y por una creciente voluntad política de avanzar sobre la humanización de la asistencia general en salud. Avendaño supone que “a algunos médicos quizá les cuesta porque no es fácil correrse de la problemática del profesional para ponerse a pensar en la problemática de la familia. Pero en los lugares públicos se está comenzado a revisar rutinas que no ya tienen sentido”.

El desafío de las maternidades públicas y privadas debería ser constituirse como instituciones centradas en la familia. Y el de asistir con respeto el parto, no tratándolo como enfermedad sino como un proceso natural. El neonatólogo Aldo Riscica, jefe de ese servicio en la Maternidad de Tigre, fue trazando el concepto desde sus inicios en la residencia médica y años después como profesional reconocido en una de las maternidades privadas más prestigiosas de esta ciudad. “El médico tiene la omnipotencia de que maneja todo y lo hace bien, y deja de lado montones de cosas. Recién ahora nos estamos dando cuenta de que intervenimos demasiado en situaciones en las que ni siquiera deberíamos estar. Pero es difícil armonizar los avances tecnológicos con los ciclos humanos, porque la realidad es que el médico interviene. El parto se toma como algo patológico en lo que hay que actuar. Cambiar esa mentalidad es el desafío real.”

¿Qué objetivos inmediatos deberían plantearse?

–Generar el debate con los colegas, porque de las discusiones salen mejores ideas. Incorporar calidad permanente a los procesos. Un recién nacido cuidado mejora su relación con la madre, y ésta lo siente de otra manera si lo tiene todo el tiempo a su lado. El vínculo que se forma desde temprano es diferente y más fuerte. A lo mejor, mucha de esta violencia que hay en la sociedad se deba a la intervención que hicimos los médicos durante largo tiempo.

EL MIEDO AL VELLO PUBICO

Los primeros muros que debió derribar Alejandra Avendaño cuando se hizo cargo del Servicio de Obstetricia en la Maternidad de Tigre, se levantaron en la guardia médica, donde a modo de recibimiento un joven profesional le dijo que “en mi guardia no se va a hacer ningún cambio”. La frase quedó como una pincelada de lo que vendría después: debates interminables, a veces peleas a gritos con otros colegas por las diferencias casi ideológicas de entender lo que se presenta como parto humanizado. Incluso la propia directora, Raquel Sussman, admite las reyertas “hasta en los pasillos. Todos defendemos nuestras ideas con pasión. Hay diferencias en los límites, pero eso se dirime cuando considero que es necesario intervenir el proceso natural”. Y si bien el camino desandado en la maternidad es demasiado fresco aún, Avendaño recoge a diario señales de la defensa de antiguas rutinas intervencionistas que hace la mayoría de los profesionales. “Las diferencias se traducen en resistencia a evitar las episiotomías, no aplicar oxitocina o a trabajar con una mujer pariendo sentada o en cuclillas. Algunos se escandalizan frente a la posibilidad de prescindir de la peridural o de no cortar el cordón umbilical de inmediato. Tiene que ver con prácticas arraigadas, y también con el miedo a la industria de los juicios por mala praxis. Hay un trabajo lento de apertura que se está dando entre los mismos profesionales, pero lo cierto es que a los médicos todavía les cuesta trabajar con vello púbico frente a sus ojos.” Al cabo, se preguntan, por qué cambiar una modalidad que se practica desde el siglo diecisiete. “Por comodidad de los médicos, por sometimiento de género y porque los derechos de las mujeres en los servicios de salud no existen”, responde la partera Marina Lembo. “Cuando se menciona la violencia de género, uno se imagina a una mujer golpeada y agredida por su pareja. Nadie lo relaciona con una mujer dolorida, abandonada en una camilla sin recibir atención ni contención, separada de sus afectos e indefensa frente a alguien que introduce los dedos en sus genitales violentamente, la hace callar y le dice: ‘Bien que te gustaba cuando te lo hacían. Ahora bancátela’.”

Si no hubiera médicos, ¿qué pasaría con los partos? ¿No nacerían niños? ¿Habría mucha complicación materno-fetal? La pregunta flota irónica en el aire. La obstetra Claudia Alonso es tajante: “Menos de lo que se cree. Me arriesgo a decir que más del 90 por ciento de los partos ocurrirían normalmente, sin necesidad de médicos todopoderosos”.

CORDOBA: DONDE EL MIEDO PUDO MAS

Desde hace unos años, grupos prointervencionistas de diferentes regiones del país se empeñan en perseguir a aquellos que practican la filosofía del parto humanizado. El caso más reciente ocurrió meses atrás en Córdoba, donde las autoridades del Hospital Misericordia separaron de sus funciones a la obstetra y tocoginecóloga Celsa Bruenner, una pionera del parto domiciliario.

La guardia de obstetricia del Misericordia es en la actualidad un reflejo muy pálido del servicio que había llegado a funcionar desde 1998, época en que Bruenner y un equipo de profesionales comenzaron a realizar partos verticales sin rasurados, enemas ni episiotomías. Durante diez años, a razón de entre siete y diez partos por guardia, las mujeres estuvieron acompañadas por sus afectos y apegadas a sus recién nacidos, a los que no se les cortaba el cordón de inmediato. “Todo eso se suspendió. Ahora se prohíbe que la mujer camine o tome agua durante el período dilatante y no permiten que esté acompañada por un familiar”, lamenta Bruenner, que hoy se limita a realizar tareas administrativas en el sector materno infantil del hospital. “Pese a las evidencias científicas que promulgó el Centro Latino de Estudios Prenatales (Clap) con la Declaración de Fortaleza, en 1985, al respeto por la Ley 25.929 y aun cuando fueron diez años de una asistencia masiva, con demanda espontánea de la población, las autoridades empezaron a molestarse en 2001 y cuatro años después me prohibieron atender partos en cuclillas. Lo que hay ahora son madres con miedo de parir.” En 2004, la jefa del Servicio de Tocoginecología, Cristina Rivera, y el entonces director del hospital y ahora funcionario del ministerio de Salud provincial, Gabriel Pedetta, ordenaron a Bruenner que evitara los partos normales en aquellas que venían con una o más cesáreas, y que retomara las episiotomías y la aplicación de sueros. “Dijeron que de esa manera iban a protegerme de los juicios por mala praxis. Les respondí que pusieran esto por escrito y que además lo refrendaran en los congresos de tocoginecología. Mientras tanto, yo seguiría manejándome con mi filosofía y la evidencia científica. Entonces comenzaron las persecuciones hasta que lograron mi pase en forma irregular, con la firma del propio ministro de Salud.”

En la actualidad, la política de salud maternoinfantil en Córdoba es una especie de quimera: la Ley 25.929 no se cumple en ninguno de sus hospitales. Por caso, el Misericordia perdió su nominación de “hospital comprometido con la madre y el niño”. Después de quince años se disolvió la Comisión de Lactancia y hace tres que no se realiza el curso de lactancia materna. “Siento dolor por las pacientes. Son mujeres del interior de los barrios que se habían convertido en protagonistas de sus embarazos y sus partos. Ahora volvieron a quedar estaqueadas en las camas.”


Nota de Página/12 acá.

Saberes que el hospital expulsa

Saberes que el hospital expulsa

Las mujeres bolivianas cuentan con saberes ancestrales que nunca dejaron de poner en práctica a la hora de parir o ayudar a parir pero que, enfrentados con las prácticas hospitalarias, son menospreciados y hasta calificados como “de animales”. Sin embargo, la necesidad de ir al hospital se impone para poder asegurar un documento para sus hijos e hijas.

Por Veronica Gago

En la Villa 1.11.14 del Bajo Flores abundan los saberes ancestrales sobre cómo ayudar a las mujeres a parir e, incluso, cómo ayudar a los bebés si no están en buena posición a través del manteo: una serie de movimientos extremadamente delicados y precisos que se les practica a las embarazadas con unas mantas –aguayos– que ayudan al niño/a por nacer a ubicarse lo mejor posible. Son conocimientos prácticos que vienen de generaciones anteriores, de otras mujeres que tenían el respetado oficio de parteras en las ciudades de Cochabamba o de Sucre, y que hoy han aterrizado en este barrio porteño porque han migrado con las hijas, sobrinas o nietas de aquellas parteras.

Así se propaga esa experiencia que muchas de ellas escucharon comentar a sus madres y abuelas en Bolivia, que vieron de chicas cómo se divulgaba entre conocidas, o que directamente empezaron a rescatar de sus recuerdos frente a la urgencia de asistir a una vecina que en las estrechas calles de la villa no conseguía que entrara una ambulancia o que un remís la llevara al hospital.

Sin embargo, la tarea de valorización de estos conocimientos y de estas modalidades de parto natural no es nada sencilla. Por un lado, porque no siempre se llevan bien con las prácticas hospitalarias. Por otro, porque no tienen tanta buena prensa como cuando se vuelve moda entre ciertos sectores de clase media y alta.

El primer trabajo entonces es reconocer esos saberes como tales, compartirlos y también narrar y entender su reiterada incomprensión en el sistema de salud pública. Porque efectivamente no se recibe de la misma manera que una modelo o conductora de TV predique los beneficios del parto natural en spots televisivos, que una mujer boliviana pretenda parir de cuclillas en un hospital de Liniers o de Flores y las enfermeras le digan que eso es propio de “animales”, o que los/as obstetras insistan en atarles las piernas o las conminen a hacerse cesárea.

Frida, Karina, Mari, Valle y Verónica –dos de ellas quechuas, otras dos hijas de bolivianos/as y una nacida en Santiago del Estero– son las cinco mujeres que viven en la 1.11.14 y que sostienen un espacio semanal con otras madres del barrio, algunas recién llegadas al país: han conquistado un lugar propio para contar dudas, conversar sobre miedos y angustias y también para construir tácticas a la hora de enfrentar la discriminación cuando en el hospital desconfían de los conocimientos que ellas demuestran sobre sus propios cuerpos. La excusa es un programa que se llama De 0 a 4 (en referencia a la edad de los hijos), promovido por varios ministerios (Salud, Educación y Desarrollo Social), que les da a las coordinadoras un estipendio mínimo para la tarea comunitaria de “capacitación”. Ellas han sabido aprovecharlo a su favor y hacer de esa reunión una sucesión de encuentros de confianza a los que, llueve o truene, las mujeres del barrio asisten.

“Llegué al hospital y me dijeron que me tenía que poner Pervinox en la panza porque me iban a hacer cesárea. Pero yo quería parir normal, ya había roto bolsa y mi bebé casi se me muere porque me hicieron esperar demasiado”, cuenta una de las mujeres que tiene a ese hijo del que habla en brazos. “Sí, a mí también me hicieron esperar de más: fui al hospital y me dijeron: ‘te falta, querida, anda a tu casa y volvé mañana’. Pero yo sentía la cabeza del bebé ya casi saliendo y de la bronca me puse a llorar”, recuerda otra. “Nosotras conocemos cómo es nuestro cuerpo. Cuando fui al hospital yo también ya sabía que estaba lista, tenía la dilatación suficiente, pero igual querían convencerme de que me haga cesárea. No sé por qué no nos creen”, reflexiona otra de las presentes.

La primera pregunta que, ante tanta experiencia, surge hacer es: ¿Por qué ir a parir al hospital si el barrio parece tener una red de saberes y de recursos afectivos más vasta? “Porque es la única manera de que nuestros hijos/as tengan documentos y, por tanto, sean reconocidos como nacidos aquí”, explican. De lo contrario se tienen que hacer trámites bastante engorrosos (conseguir varios testigos, etc.) para que un recién nacido sea legalizado.

La cuestión, entonces, es cómo esos saberes ancestrales y corpóreos –que coinciden con los dictados de la ley nacional de parto respetado, aunque esta ley no tenga cumplimiento efectivo y sea desconocida por la gran mayoría– logran un estatuto de visibilidad y reconocimiento también en las instancias públicas de modo que no sólo sean aprovechados y recuperados para ciertas elites que pueden elegir como una oferta más la posibilidad del parto natural o “respetado” o que tienen herramientas efectivas para exigir el cumplimiento de la ley en instituciones médicas y en momentos de gran vulnerabilidad.

Para estas mujeres, parir a veces implica hacer un recorrido entre varios hospitales justo en el momento mismo de parir. “Bueno, cuando en el Piñeyro me dijeron que no había cama, que tenía que volver al otro día, me fui al Penna, y como tampoco me atendieron ahí, terminé pariendo en la Sardá, pero ya no daba más”, comenta una primeriza.

“No me gustó que no me dejaran entrar con mi hija a la sala de partos. Como no tenía una pareja, pedimos que sea yo, la madre, o alguna de sus hermanas la que entre pero no nos dejaron. Me sentí muy mal al no poder acompañarla porque sabía que ella quería que yo estuviese ahí”, cuenta otra de las asistentes a estas reuniones de los lunes. Y dice: “En el barrio nunca te pasaría eso de parir sola”.


Nota en Página/12 acá.

La psicosis institucional

La psicosis institucional

Por Alberto Grieco *

Desde hace tiempo, en la Argentina tenemos una línea generada por algunos popes, como Florencio Escardó. Fue quien de alguna manera creó una orientación uniendo lo psicológico con lo biológico, y pudo armar una línea donde se hacía la pediatría para la familia. El nacimiento de un ser humano tenía que ver con la familia. Se logró ensamblar la psicología con la medicina hasta que en 1976, a partir de la última dictadura militar, todo lo que se hizo en función de esa integración retrocedió en función de una nueva línea, tecnicista americana, de medicina eficientista. La “superespecialización” hizo que se perdiera de vista a la familia y por ende a todo lo que significa el parto humanizado. Por suerte, siempre quedan grupos de profesionales que sobreviven a todas las eclosiones y pueden retomar esa forma diferente de trabajo. Sin embargo, durante nueve años estuve en la Auditoría General de la ciudad, observando los servicios maternoinfantiles. Es increíble ver el estado actual en que se encuentran. La gran disociación que hay entre neonatólogos, obstetras y pediatras. Cada uno está en su cubículo. Y la mecanización del parto, donde no se arma una buena relación con las pacientes. Los hospitales de la Ciudad padecen una especie de psicosis institucional, por la disociación de los servicios. Es la ideología del individualismo; nadie está pensando en una atención integrada. Si se ingresa a cualquier hospital porteño, hay un cartel que dice “hospital amigo de la madre y el niño”, porque se estimula la lactancia materna. Pero todos olvidan que ese hospital amigo tiene entre un 30 y un 40 por ciento de cesáreas, con una morbilidad en aumento. Finalmente no se cuida a la embarazada, al parto al recién nacido ni a la lactancia. Y el propio sistema debería sincerarse, porque termina siendo falso.

* Neonatologo y pediatra, discipulo de Florencio Escardo.


La nota en su contexto original en Página/12, acá.

domingo, 12 de octubre de 2008

Muertes y sufrimiento innecesarios de bebés en China

PRENSA
Para comunicación inmediata
Septiembre 25, 2008
Muertes y sufrimiento innecesarios de bebés en China

WABA, la World Alliance for Breastfeeding Action[1] (Alianza Mundial Pro-Lactancia Materna) – se solidariza con las familias chinas que sufrieron las trágicas muertes y brote de enfermedad de sus “bao beis”, preciosos lactantes, como resultado de consumir fórmula infantil contaminada con melamina. China no es el único país que ha tenido problemas con la seguridad de la leche artificial infantil.

En años recientes, ha habido 71 ocasiones en que las compañías han sido forzadas a retirar lotes de fórmula debido a contaminación peligrosa. Esto representa un riesgo adicional encima del diariamente universal peligro de preparar y usar la fórmula incorrectamente en casa, lo que también enferma a muchos bebés.

Aunque deben tomarse las más estrictas medidas contra las compañías de lácteos inescrupulosas y poco éticas, WABA invoca urgentemente a renovar el apoyo para el amamantamiento temprano, exclusivo y continuado y a que se movilicen recursos adicionales para hacerlo posible.

"La respuesta a los riesgos de la fórmula infantil es renovar el apoyo al amamantamiento, " señaló la Dra. Felicity Savage, Presidenta del Comité Directivo de WABA. "El amplio uso de la formula comercial, con todos sus riesgos y efectos colaterales aún cuando no esté contaminada con toxinas, es un peligro real para lactantes y niños pequeños en todo el mundo, incluyendo países prósperos."

La alimentación optima del lactante y del niño pequeño se define mundialmente como la lactancia materna precoz y exclusiva durante los primeros 6 meses de vida del niño y la lactancia continuada hasta los 2 años y más, con la introducción gradual de alimentos complementarios ricos en nutrientes, apropiados para la edad, desde los 6 meses.

Recientemente, los fondos nacionales e internacionales para la educación pública y la capacitación de trabajadores de salud para apoyar la lactancia han disminuido.
Como resultado, ha habido una disminución en el número de hospitales que implementan la Iniciativa de Hospital Amigo de los Niños de OMS/UNICEF, la cual incorpora los Diez Pasos para una Lactancia Exitosa y rechaza la promoción poco ética de los sustitutos de la leche materna en los establecimientos de salud. En China, por ejemplo, en una época, los hospitales de maternidad apoyaban totalmente la lactancia materna y la Iniciativa de Hospital Amigo de los Niños. Sin embargo, por el alto nivel de uso de fórmula reflejado en esta pandemia, esa práctica puede ya no ser cierta.

El público merece estar informado con precisión, de que la fórmula, como su nombre lo indica, es una riesgosa mezcla de leche animal con sustancias químicas, desprovista de todo factor inmunológico protector.

Se sabe que la alimentación con fórmula resulta en nutrición sub-óptima del lactante y desarrollo cognoscitivo disminuido, comparados con los mejores resultados de salud y desarrollo para bebés que reciben la leche de su propia madre.

“Una tragedia como ésta no debe volver a ocurrir. La mayoría de madres, cuando se le da apoyo apropiado, información precisa y oportuna y protección de la comercializació n agresiva de la fórmula infantil, es capaz de amamantar,” dijo Susan Siew, Co-Directora de WABA. “A las madres que trabajan, tanto en el sector formal como en el informal, necesitamos proporcionarles un ambiente favorable con derechos de maternidad adecuados que incluyan licencia por maternidad, horarios de trabajo flexibles e instalaciones amigas de la madre y el bebé en los lugares de trabajo.”

WABA invita a todos los Ministros de Salud, a UNICEF y a la OMS y a otras organizaciones nacionales e internacionales que se ocupan de la salud mundial a renovar e incrementar sus fondos y dedicación al apoyo a la lactancia durante los 2 primeros años de vida, no sólo en los hospitales de maternidad, sino en los programas de salud pública y en la comunidad.

La leche materna, el primer alimento para el sector más vulnerable de la población humana: nuestros bebés, debe promoverse, protegerse y apoyarse en todo el mundo. ¡No permitamos que los bebés sufran y mueran innecesariamente!

Para mayor información, tenga la amabilidad de comunicarse con:

Susan Siew
Co-Director, WABA
P.O. Box 1200, 10850 Penang , Malaysia
Tel: 604-658 4816 Fax: 604-657 2655
Email: waba@streamyx. com
Website: www.waba.org. my
Miriam H. Labbok, MD, MPH
FACPM, IBCLC, FABM
WABA Steering Committee
Professor of the Practice of Public Health
Director, Carolina Breastfeeding Institute (CBI)
The University of North Carolina at Chapel Hill
Email: labbok@unc.edu


Enlaces para información más detallada:

1. Riesgos de la Alimentación con Fórmula para Lactantes y Niños:
http://worldbreastf eedingweek. net/wbw2006/ pdf/Risks_ _Final.pdf

2. Lista completa de retiro de leches para bebés contaminadas:
http://www.ibfan. org/site2005/ abm/paginas/ articles/ arch_art/ 85-24.pdf

3. El Kit de la Campaña de Protección de la Matrenidad (MPC) – Una perspectiva de lactancia:
http://www.waba. org.my/whatwedo/ womenandwork/ mpckit.htm

4. La Estrategia Mundial de la Alimentación del Lactante y del Niño Pequeño de OMS/UNICEF:
http://www.who. int/child_ adolescent_ health/documents /9241562218/ en/index. html

5. Declaración de Innocenti 2005 sobre la Alimentación del Lactante y del Niño Pequeño:
http://www.innocent i15.net/declarat ion.pdf.pdf

1 La World Alliance for Breastfeeding Action (WABA) es una red global de individuos y organizaciones comprometidas con la protección, promoción y apoyo de la lactancia en todo el mundo basadas en la Declaración de Innocenti, los Diez Enlaces para Nutrir el Futuro y la Estrategia Mundial para la Alimentación del Lactante y del Niño Pequeño de OMS/UNICEF. Sus socios principales son International Baby Food Action Network (IBFAN), La Leche League International (LLLI), International Lactation Consultant Association (ILCA), Wellstart International y Academy of Breastfeeding Medicine (ABM). WABA tiene status consultivo con UNICEF y es una ONG en Status Consultivo Especial con el Concejo Social y Económico de las Naciones Unidas (ECOSOC).
WABA no acepta auspicio de ninguna clase de compañías productoras de sucedáneos de la leche materna, equipos relacionados ni alimentos complementarios. WABA insta a todos/as los/las participantes de la Semana Mundial de la Lactancia Materna a respetar y seguir esta posición ética.

lunes, 6 de octubre de 2008

Vínculo entre madre e hijo varía según tipo de parto

Estudio en EE. UU. con pacientes que recién dieron a luz


*Parto vaginal y la hormona oxitocina alteran actividad cerebral de la mujer
*Alumbramiento natural eleva reacción a emociones y empatía

Mónica Cordero S. mocordero@nacion.com

El parto natural puede ayudar a una madre a tener un vínculo más fuerte con su bebé recién nacido, ya que esta experiencia estimula un área del cerebro asociada con las emociones y la empatía.
Así lo sugiere un estudio realizado por expertos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale, en Estados Unidos.

Ellos reclutaron a 12 madres que recién habían dado a luz. Algunas de estas mujeres tuvieron un parto vaginal, mientras que a otras se les practicó una cesárea.

En la investigación, las participantes fueron sometidas a una resonancia magnética –examen que permite escanear el cerebro y obtener imágenes que reflejan su actividad– para medir la reacción de estas ante los hijos.

La actividad cerebral fue estudiada mientras cada mujer escuchaba una grabación del llanto de su bebé en el momento del cambio de pañal.

Además, los investigadores las entrevistaron para valorar su humor, pensamientos y relación con los niños; ninguna de ellas mostró señales de sufrir depresión.

Hallazgos. Los expertos encontraron que la actividad cerebral en áreas como la región cortical –reguladora de las emociones y la empatía– era mayor en las mujeres que tuvieron un parto vaginal, en comparación con aquellas que experimentaron una cesárea.

Los autores señalaron en el estudio, publicado en la revista Journal of Child Psychology and Psychiatry , que el aumento de la actividad cerebral en las madres que dieron a luz de manera natural también fue mayor en las estructuras más profundas de este órgano.

Estas estructuras están asociadas a la motivación y los pensamientos y comportamientos habituales en un individuo.

“El cerebro de la madre se ve modificado por el parto vaginal y por factores neurohormonales como la oxitocina. Esta es una hormona ligada a las conexiones emocionales y los sentimientos de amor”, señaló James Swain, quien dirigió el trabajo, en un comunicado de la Universidad de Yale.

“Los resultados generan muchas preguntas y pueden ayudar a las madres embarazadas a considerar sus opciones”, destacó.

El experto indicó que hay buenas razones para practicar una cesárea y “no queremos que se piense que las madres que optan por esta alternativa tendrán problemas en un futuro”.

Por el contrario, “esperamos poder identificar y ayudar a las nuevas mamás en los problemas mentales del posparto, cualquiera que sea la causa”, concluyó.


Nota completa acá.