lunes, 28 de febrero de 2011

No quiere dormir solo

¡Por supuesto que los niños no quieren dormir solos! Ni quieren, ni deben. Los bebés que no están en contacto con el cuerpo de sus madres, experimentan un inhóspito universo vacío que los va alejando del anhelo de bienestar que traían consigo desde el período en que vivían dentro del vientre amoroso de sus madres. Los bebés recién nacidos no están preparados para un salto a la nada: a una cuna sin movimiento, sin olor, sin sonido, sin sensación de vida. Esta separación del cuerpo de la madre causa más sufrimientos de lo que podemos imaginar y establece un sin sentido en el vínculo madre-niño. No pasa nada si traemos a los niños a nuestra cama. Todos estaremos felices. Sólo basta con hacer la prueba para constatar que el niño se duerme entre sonrisas, que la noche es suave y que no hay nada que pueda ser contraproducente cuando hay bienestar. Lamentablemente las madres jóvenes desconfiamos de nuestra capacidad para comprender los pedidos de nuestros hijos que son inconfundiblemente claros. Circula socialmente la idea que satisfacer las necesidades de un bebé los convierte en “malcriados”, aunque paradójicamente, obtenemos una y otra vez el resultado opuesto al esperado, ya que en la medida que no dormimos cuerpo a cuerpo con los niños, ni los tocamos, ni los apretamos… ellos van a reclamar más y más. Pensemos que el “tiempo” para los niños pequeños aparece como un hecho doloroso y desgarrador si la madre no acude, a diferencia de las vivencias dentro del útero donde toda necesidad era satisfecha instantáneamente. Ahora la espera, duele. Si los niños deben esperar demasiado tiempo para encontrar confort en brazos de su madre, se aferrarán con vigor a los pechos, mordiendo, lastimando o llorando, apenas tengan acceso al cuerpo materno. El miedo será la principal compañía, porque sabrán que la ausencia de la madre volverá en cualquier momento a devorarlos. Los niños tienen razón en reclamar contacto físico ya que son totalmente dependientes de los cuidados maternos. Tienen conciencia de su estado de fragilidad y hacen lo que todo niño sano debe hacer: exigir cuidados suficientes para su supervivencia. La noche es larga y oscura, y ningún niño debería atravesarla estando solo. ¿Hasta cuándo? Hasta que el niño no lo necesite más.

Laura Gutman.

viernes, 11 de febrero de 2011

80 médicos estadounidenses contra las vacunas:

Documento del International Medical Council on Vaccination

Nota extraída De El Blog Alternativo

“Si los niños de EE.UU. recibiesen todas las dosis recomendadas de todas las vacunas recibirían hasta 35 vacunas que contienen: 113 diferentes tipos de gérmenes en partículas, de 59 sustancias químicas diferentes, 4 tipos de células animales y albúmina humana procedente de tejidos de fetos humanos abortados”

“Si usted piensa que no tiene que preocuparse de las vacunas debido a que sus hijos ya son mayores se equivoca. Hay más o menos 20 vacunas actualmente en desarrollo para el lanzamiento en los próximos años. Todas ellas dirigidas a adolescentes y a adultos”
International Medical Council on Vaccination


Las vacunas ya nacieron en el siglo XIX con profesionales en contra de esta práctica médica. Hasta ahora, las voces disidentes que cuestionan distintos aspectos de las vacunaciones (ingredientes, conservantes, número de dosis, edad, combinaciones, etc.) han estado presentes pero de forma discreta y haciendo poco ruido.

Sin embargo, en los últimos tiempos, y especialmente a raíz de los escádanlos con la gripe A y la vacuna del virus del papiloma humano, el movimiento antivacunal ha cobrado protagonismo y es mucho más fácil que antes acceder a información crítica y encontrar médicos abiertamente contrarios a la práctica general sobre este tema en muchos países del mundo. No es algo de un autor o un estudio concreto, sino una corriente global.

Un ejemplo de ello es el documento titulado “Vaccines: get the full story” publicado por International Medical Council on Vaccination en el que 80 médicos de distintas especialidades y docentes de Medidina en EEUU alertan sobre los riesgos de las vacunas y rechazan las recomendaciones oficiales al respecto.

Un resumen del El documento está disponible en 9 idiomas, incluido castellano, y en él se enumeran los efectos secundarios documentados de las vacunas, se trata el tema del autismo, se explican porqué muchos médicos no vacunan a sus familias, se advierte de los ingredientes de las vacunas y su proceso de fabricación, se informa de los resultados de un amplio estudio con niños no vacunados vs vacunados, se denuncian los conflictos de intereses en este tema y se acusa a la industria farmaceútica de lucrase a expensas de los daños de estos medicamentos.

A continuación resumimos sus conclusiones sobre el negocio de las vacunas, exponemos los componentes y los datos de ese estudio comparativo:


*Las compañías farmacéuticas ganan miles de millones de dólares en las vacunas
*Las compañías farmacéuticas ganan decenas de miles de millones de dólares en los fármacos administrados para tratar los efectos colaterales y las enfermedades causadas por las vacunas
*Las vacunas son la columna vertebral del sistema médico. Sin vacunas, bajarían los costes sanitarios porque tendríamos a la sociedad en general muy saludable
*Las compañías farmacéuticas, las compañías de seguros y el sistema médico se enriquecen cuando usted se enferma
*Las vacunas no dan inmunidad de por vida, por eso hay las vacunas de refuerzo que recomiendan a sus hijos
*Cada dosis de refuerzo aumenta el riesgo de efectos secundarios
*Los efectos secundarios de las vacunas pueden causar enfermedades por el resto de su vida. En realidad, hay muchos medicamentos para tratar los efectos secundarios causados por las vacunas.

Algunos ingredientes de las vacunas. ¿Cómo es posible que las vacunas sean perjudiciales para la salud?

*Virus errantes o bacterias procedentes de los cultivos de células animales con las que preparan las vacunas en los mismos laboratorios
*El mercurio, una neuro‐toxina de la cual hay buena documentación, se encuentra todavía en las dosis de vacunas múltiples contra la gripe en todo el mundo. Vestigios de este metal pesado aparecen también en otras vacunas
*El aluminio, veneno que puede causar patologías de la médula ósea, en el hueso y degeneración cerebral
*Células animales de: monos, riñones de perro, gallinas, vacas y seres humanos.
*El formaldehido (líquido utilizado para embalsamar) es conocido a nivel mundial como carcinógeno.
*El polisorbato 80, se sabe que causa infertilidad en ratones hembras y atrofia testicular en ratones machos
*Gelatina de cerdos y vacas, se sabe que causa reacciones anafilácticas, se encuentra en grandes cantidades en la vacuna triple vírica y en las vacunas contra la varicela y el herpes zóster.
*Glutamato monosódico (MSG) en vacunas inhaladas contra la gripe, se sabe que causa trastornos metabólicos (diabetes, por ejemplo), convulsiones y trastornos neurológicos, entre otros

¿Hay algún estudio o investigación que demuestre la diferencia entre niños vacunados y no vacunados?
El proyecto Cal‐Oregon (http://www.generationrescue.org/pdf/survey.pdf) que fue financiado por Generation Rescue y controlado por padres de niños vacunados y no vacunados. De los 17.674 niños incluidos en la encuesta se demostraron los siguientes resultados:

Los niños vacunados tenían:

**El 120% más de asma
**El 317% más de TDAH
**El 185% más de trastornos neurológicos
**El 146% más de autismo

Al final del documento ofrecen bibliografía al respecto con webs y libros, incluido uno en castellano: “Vacunación, el negocio con el miedo” de Gerhard Buchwald.

Continuar leyendo en El Blog Alternativo: Link a la nota original con mucha más info!

lunes, 7 de febrero de 2011

Salir del armario (o la maternidad impúdica)

Por Ileana Medina Hdez

Hace un tiempo rebauticé este sitio con el subtítulo de la maternidad impúdica, queriendo hacer un guiño precisamente a la necesidad que hay de mostrar y hablar de la maternidad, de la femineidad y de la sexualidad, de nuestros pechos, de nuestros úteros, de nuestros ovarios, de nuestra menstruación, de nuestros cuerpos, de nuestras formas de ejercer y entender la maternidad, sin rubor, sin eufemismos, sin pudores sin sentido.


Prácticamente el 100% del pensamiento (y del poder) occidental lo han ejercido personas que no han gestado, parido ni amamantado. De Aristóteles a San Agustín, de Descartes a Kant, de Marx a Simone de Beauvoir, la maternidad -y sus relaciones con la filosofía, la psicología, la dominación, el miedo, la política o el poder- no se han mostrado ni escrito desde adentro. Pocos quienes, desde afuera, han podido conectar con el poder femenino y maternal.


Por otra parte, quienes hemos gestado, parido, amamantado y criado a lo largo de la historia lo hemos hecho casi siempre en condiciones de dominación, discriminación, represión sexual, ignorancia, rechazo y desconexión del propio cuerpo y sus funciones, insalubridad o miseria.


Escuchar y leer hoy en la "blogosfera maternal" el testimonio de mujeres, muchas de ellas con grados y postgrados en universidades de primer nivel, con formación y nivel intelectual, con información y poderío interior, que a la vez están gestando con conciencia, pariendo en libertad, amamantando con placer y criando naturalmente, por elección y decisión propias, es novedoso, enriquecedor y abre las puertas a nuevas formas y rumbos sociales.


La "blogosfera" ha creado un nuevo género temático que no existía -ni existe- en los medios tradicionales: Crianza-Maternidad-Bebés, una nueva temática que ha ascendido a Categoría, gracias al conocimiento, artículos, reflexiones, lecturas, historias, imágenes y vídeos que madres, padres, matronas, doulas, psicólogos, pediatras, periodistas, escritores, mujeres, hombres... compartimos hoy en la red.


En la entrevista que hace poco los lectores del blog La Mamá Vaca hicieron al pediatra Carlos González, famoso por sus best-sellers sobre crianza respetuosa, éste decía:


«Creo que, en la mayoría de los casos, mis libros sólo han servido para que los padres "salgan del armario", para que hagan con orgullo lo que de otro modo tal vez habrían hecho a escondidas.»


Pretender, efectivamente, que se pueda criar con amor siguiendo las "pautas" de algún método o autor, es absurdo. Nadie puede seguir ningún método para amar (sí para reprimir o manipular conductas). Los actos de amor sólo pueden ser sinceros, libres y espontáneos, o dejan de ser amor, por definición.


Estos autores nos sirven pues para reforzarnos, para comprendernos y conocernos mejor a nosotros mismos, para dejar de auto-censurarnos, para librarnos de la censura exterior, para saber que lo que sentimos es legítimo y no debe ser reprimido ni intervenido por agentes externos, para ayudarnos a liberar nuestros propios demonios interiores, para quitarnos miedos innecesarios... y finalmente, ganando en seguridad, confianza y libertad, aumentar nuestra capacidad de amar corporal y tangiblemente a nuestros hijos.


Miriam, en el blog Crianza y Confianza, aprovechó esta frase de González para hablar también de cómo, por eso mismo, muchas veces escondemos, ante nuestras familias, amigos, compañeros de trabajo, nuestra forma de criar.


Uno de los mayores obstáculos para estudiar la duración natural de la lactancia es precisamente que la mayoría de las madres que amamantamos durante más de uno o dos años lo ocultamos incluso hasta a nuestros pediatras.


Todavía hay madres que son echadas de bibliotecas, restaurantes o centros comerciales por amamantar en público. Todavía hay padres que pretenden utilizar como argumento para quitarle la custodia de sus hijos a sus madres el hecho de criar con apego, o sea, con amor visible y tangible. Todavía hay quien confunde -a la vez y contradictoriamente- la crianza respetuosa y corporal con sobreprotección (por aquello del apego) o con negligencia (por aquello de la libertad "sin limites"). Mientras eso siga ocurriendo, mucho camino falta aún por andar.


Cierto que el acto de amamantar, como el de dormir o no con nuestros hijos, son actos íntimos, decisiones familiares que a nadie más importan ni deben importar. Pero ocurre que sí se habla públicamente de lo contrario: de aplicar métodos para que los niños duerman solos, de amueblar y decorar habitaciones independientes desde antes del niño nacer, de comprar cunas, minicunas y recontracunas.... De cierto modo, todo el mundo presupone -también públicamente- que esa es la única manera de criar.


Por eso, (de cierto modo en forma similar a las fiestas del Orgullo Gay que han contribuido a "normalizar" y visibilizar otras formas de orientación sexual), las tetadas públicas, o publicar testimonios, imágenes y reflexiones sobre partos naturales, femineidad y crianza corporal son una forma de "exhibicionismo necesario".


Cuando la sociedad es represora y llena de tabús -como lo ha sido siempre-, airear que existen otras formas de hacer las cosas es sano y deseable. Reflexionar, debatir, compartir, mostrar, hablar, conversar sobre estos temas, es saludable.


Sacar a la maternidad y la sexualidad del armario es necesario, para las mujeres, para los hombres, y sobre todo, para los niños y para la sociedad en su conjunto, para aumentar las formas de libertad y de amor posibles y deseables.


Reforzar el orgullo maternante de quienes están siguiendo sus instintos, lo que les dicta su corazón, sus vísceras, su útero palpitante, sus hormonas del amor... es hasta necesario en una sociedad empeñada en sustituir todo acto humano de afecto y de emoción por un sucedáneo vendible y comprable.


Mostrar, mostrarnos, sin falsos pudores, sin miedos, sin represión, con alegría, con orgullo y con placer...

Nota extraída de aquí.

martes, 1 de febrero de 2011

Patriarcado, represión sexual y partos dolorosos

Las mujeres llevamos varios siglos de historia sumidas en la represión sexual. Esto significa que hemos considerado al cuerpo como bajo e impúdico, a las pulsiones sexuales malignas y a la totalidad de las sensaciones corporales, indeseables. ¿En qué momento aprendemos que no hay lugar para el cuerpo ni el placer? En el mismísimo momento del nacimiento. Segundos después de nacer, ya dejamos de ser tocados. Perdemos el contacto que era continuo en el paraíso uterino. Nacemos de madres reprimidas por generaciones y generaciones de mujeres aún más reprimidas, rígidas, congeladas, duras, paralizadas y temerosas de acariciar. Entonces el instinto materno se deteriora, se pierde, se desdibuja.

En este contexto, las mujeres con siglos de Patriarcado encima, alejadas de nuestra sintonía interior, no queremos parir. Es lógico, ya que nuestros úteros están rígidos y así duelen. Nuestro vientre está acorazado y nuestros brazos se defienden. No hemos sido abrazadas ni acunadas por nuestras madres, porque ellas no han sido acunadas por nuestras abuelas y así por generaciones y generaciones de mujeres que han perdido todo vestigio de blandura femenina. Por eso cuando llega el momento de parir nos duele el cuerpo entero por la inflexibilidad, el sometimiento, la falta de ritmo y de caricias. Odiamos desde tiempos remotos nuestro cuerpo que sangra, que cambia, que ovula, que se mancha y que es inmanejable.

Es importante tener en cuenta que además del sometimiento y la represión sexual histórica, las mujeres parimos en cautiverio. Desde hace un siglo -a medida que las mujeres hemos ingresado en el mercado de trabajo, en las universidades y en todos los circuitos de intercambio público- hemos cedido el último bastión del poder femenino: el parto. Ya no nos queda ni ese pequeño rincón de sabiduría ancestral femenina. Se acabó. No hay más escena de parto. Ahora hay tecnología. Máquinas. Hombres. Tiempos programados. Drogas. Pinchaduras. Ataduras. Rasurados. Torturas. Silencio. Amenazas. Resultados. Miradas invasivas. Y miedo, claro. Vuelve a aparecer el miedo en el único refugio que durante siglos permaneció restringido a los varones. Resulta que hasta esa cueva íntima, hemos abandonado. Haber entregado los partos fue como vender el alma femenina al diablo. Ahora nos toca a las mujeres hacer algo al respecto, si nos interesa recuperar el placer orgásmico de los partos y si asumimos el poder que podemos desplegar en la medida que los partos vuelvan a ser nuestros.

Laura Gutman. Link