jueves, 30 de marzo de 2006

De comunidades educativas.

Desde que Luisina comenzó el jardín del I.V.A. en el año 2003 (pasó por dos privados antes de lograr entrar, había quedado quichicientas mil en la lista de espera), el clima que se generó a nivel iteracción con el resto de las familias, siempre fue excelente. Por supuesto que como todas las actividades en donde las relaciones son tan fluídas, al principio todo era divino, parecía la mejor gente del mundo, todos los nenes iban a la casa de todos, todas/os las/os madres/padres eran re simpáticas/os, muchos artistas, alguno más o menos famoso que otros, todos muy comprometidos con la crianza, las reuniones de padres y otros eventos escolares siempre tenían asistencia perfecta o casi, y concurrían los dos papás, aunque estuviesen separados! Yo me sentía en el paraíso. Siempre había un motivo para el encuentro fuera de la institución, días de club con asado incluído, campamentos que se repitieron a lo largo de los tres años, de los que quedaron anécdotas y pequeños momentos memorables. Yo había encontrado afinidades con todas la madres y me parecía asombroso.
Ya en el taller de 4 la cosa fue amainando. Nos íbamos conociendo más y como en toda convivencia, empezaban los roces. Hasta que sobre el final del año se armó el quilombete gran.

Resulta que A que era el novio de B, según contara C en la ronda matutina, le había pedido a B que como era su novio le tenía que chupar el pito (sic). Que los novios hacen eso (cuatro años todos!).

Ésto lo supieron primero las mamás de D y C, que son esas nenas reparlanchinas que muy naturalmente cuentan toooooodo lo que les pasó o vieron en el día, siempre. Esto generó un murmullo telefónico que de a poquito se empezó a extender hasta que llegó a la mamá de A, el supuesto depravado. O por lo menos eso creyó que se estaba 'diciendo por ahí' esta mamá.
Pobre mina, yo la entiendo, y hoy a la distancia, la recuerdo en la reunión que se hizo exclusivamente por ese episodio, llorando y super angustiada, donde se sentía acusada y mirada y me da una pena bárbara. Encima el marido no estaba presente... Una cagada.
Además, con un tema tan delicado, las opiniones estuvieron más que divididas. Hubieron algunos que directamente pedían la hoguera para esta familia, otros que decían que está bien, que los chicos se tienen que explorar para conocerse y más de uno que no dijo nada pero que miraba con recelo a maestros y padres por igual. También más de uno se la agarró con la gente del jardín, porque nos deberían haber avisado en seguida (para acusar más rapidamente, supongo), que cómo no nos habíamos enterado antes.
Esto había sucedido por agosto, tomó estado público a fines de octubre, que fue cuando yo me entero, y se terminó cerrando con esta reunión un par de días después de que terminaran las clases.
Está claro que desde el jardín se manejó mal la cosa, yo creo que se les fue de las manos porque los superó el tema. Pienso que ellos tenían el poder para evitar todo ese 'radio pasillo' espantoso y ahorrarle el mal trago a esa madre. Se le dió a la situación mucha más trascendencia de la que tenía. Fue un juego (exploratorio) como cualquier otro que cualquiera de nosotros, criados en la represión y todo, en mayor o menor medida, tuvimos. No sería sano si un niño de 4 años tuviese la necesidad de reprimirlo, creo yo.

Y yo que pensaba que Luisina no contaba nada, lo terminaba de confirmar. Le pregunto lo más sutilmente posible, y efectivamente lo tenía bien presente (fue el tema del año, parece que a raíz de ésto, el cuerpo y la propia intimidad, etc., etc., etc.), que "nuestro cuerpo es nuestro, que nadie te puede hacer nada que no quieras, que cuando somos grandes y tenemos amor (sic) podemos dejar que nuestro novio nos vea desnuda". Fin del tema para mi.

Pero imagínense 'el grupo de papás taaaaaaaaaan unidos', cómo terminó el año!
Obviamente, ya en el taller de 5, las relaciones no eran las mismas, las afinidades se redujeron a la mínima expresión, y los intercambios de casas para jugar después del jardín eran limitados.
Lo bueno de ésto es que Lula tiene mucha afinidad con dos nenas que viven muy cerca, son familias afines a nosotros y es recíproco.
Lo que me deja una sabor amargo, es que daba para seguir interactuando con el resto de las familias (hicimos la experiencia de un jardín rodante en verano, organizada 100% por los padres, porque no queríamos mandarlos a una colonia de vacaciones con tres añitos y salió excelente, tanto que la repetimos a los cuatro, a pesar del estado crítico de la situación en ese momento).

Pero claro, es la vida, uno va eligiendo con quien recorrer el camino, lo que no quiere decir que sea fácil aceptar lo decidido...