sábado, 10 de octubre de 2009

Apurar a los pequeños no es educar

Nota de diario LA NACION

Ignacio tiene cuatro años y cursa el preescolar doble turno en un jardín de infantes privado de Buenos Aires. Durante la primera mitad del año, la ida al colegio se convirtió en una tortura familiar. El chico se resistió a entrar en el establecimiento cada mañana, y en medio del llanto le repetía a su madre: "El cole es muy largo; yo te extraño. No me gusta almorzar fuera de casa".

El jardín al que asiste Ignacio comienza cada mañana a las 8.30 y termina a las 16.30. El chiquito, junto con sus 25 compañeros de clase, almuerza en el colegio con una vianda. Por la mañana tiene inglés y, por la tarde, castellano. Sus padres lo ven agotado. Pero les aconsejan: "Dale tiempo; ya se va a acostumbrar".

Y sí. Los seres humanos nos acostumbramos a todo. Por suerte y por desgracia. Porque, ante la dificultad de adaptación de Ignacio, surge la inquietud: ¿es bueno que nuestros hijos se acostumbren desde tan chiquitos a ausentarse de sus casas por ocho o diez horas; que coman de un recipiente plástico en la escuela en lugar de almorzar con su madre o hermanos? ¿Es necesario que estén sentados durante horas haciendo "trabajitos" mientras que sus piernas y brazos en pleno desarrollo les piden correr y jugar?

Hoy, las familias de clase media-alta escolarizamos a nuestros hijos cada vez más temprano; los preescolares de las escuelas privadas se han convertido en auténticos primeros grados. Los chicos aprenden a leer y a escribir a los cinco años. El ingreso a la primaria, en los colegios privados, es cada día más complejo. Los chicos rinden exámenes de inglés y castellano. Y como en ciertos distritos escasean las vacantes, obviamente sobrevive el más apto. Así de cruel. Pero lo peor no es esto. Es que nosotros, los padres, ante esta realidad, agachamos la cabeza y, mudos, la aceptamos. No buscamos maneras "más humanas" de escolarizar y formar a nuestros niños. Les exigimos más; pero los miramos menos.

Decididamente, algo está fallando. No es natural que los niños de cuatro y cinco años estén ocho o diez horas fuera de la casa, ni que la mayoría de los preescolares privados se haya convertido en doble turno; ni que tengan que dar exámenes para entrar a la primaria. Ya la vida se encargará de evaluarlos. ¿Qué necesidad de hacerlo cuando recién se asoman al mundo? Además, ¡qué contraste viven estos chicos de clase media-alta con los más necesitados, que ni siquiera tienen vacante en los jardines de infantes para asistir a un turno de clase! Mientras unos están sobreestimulados y sobreexigidos, los otros están directamente ausentes. Marginados.

Da la sensación de que estamos acelerando el ritmo natural de crecimiento de nuestros hijos. Y esto, de alguna manera, es abandonarlos. No los observamos ni los escuchamos lo suficiente. No los acompañamos a su paso. Estamos demasiado mecanizados en la manera de instruirlos y educarlos. Como padres y educadores, nos falta creatividad, plasticidad.

Es probable que de tan ocupados que estamos los adultos, nos hagamos los distraídos. Y así les pedimos a nuestros pequeños que "encajen" en el sistema para poder nosotros encajar en el nuestro. La cosa debe estar encarrilada. La premisa es funcionar como lo hacen todos. No tenemos tiempo ni paciencia para que nuestros hijos "no se adapten", para que precisen estar más con nosotros, o aprender de forma más personalizada. Quizá nos estén pidiendo a gritos maneras de vivir más lentas, más tranquilas.

El trabajo de educar, de empatizar, de escuchar lleva tiempo. Pero ¿qué puede ser más importante que "producir" excelentes hijos, futuros ciudadanos? La autoestima, esa capacidad de crecer fuerte, confiado, sabiéndose valioso y querible, es la "lección" más importante que cada chico puede aprender en su vida y, sobre todo, en su primera infancia. No compite con la instrucción. Vale más. Porque si esa confianza básica está, lo otra vendrá, inevitablemente.
Y además: ¿de qué vale tanta instrucción si es cierto que, como se quejan los maestros de aula, los chicos vienen cada vez más maleducados? No saludan, no piden "por favor", no dicen "gracias". Son contestadores o groseros.

Entonces, quizá sea importante empezar de nuevo, y por lo primero. Comenzar por educarlos mejor en la casa y no arrojarlos de prisa al mundo. Empezar por mirarlos y escucharlos más, y por darle a cada hijo, a cada alumno, su espacio y su tiempo, respetando su individualidad y domesticando sus emociones.

Para que aprendan según sus intereses y tiempos personales; para que explorar, probar y comprender sea toda una aventura, no sólo un deber; para que el sistema se adapte al chico y no el niño al sistema, necesitamos urgente escuelas y hogares donde esté bien visto que los niños se levanten, se muevan, jueguen, discutan e intercambien. Siempre con respeto y respetando un orden; donde las risas y el movimiento no sean mala palabra; donde se permita al niño ser lo que es: un ser humano único, vital, curioso y, por supuesto, ruidoso.

Link a la nota.

viernes, 9 de octubre de 2009

Parir en casa con partera

Parir en casa con partera es seguro ~ menciona estudio

Tener un bebé en casa con una partera registrada es igual de seguro que un nacimiento convencional en el hospital, según un estudio reciente.

Los nacimientos planificados en casa tienen una menor tasa de complicaciones, según el estudio que publicará en la edición del 15 de septiembre de la revista CMAJ (Revista de la Asociación Médica Canadiense, www.cmaj.ca).

Los autores reconocieron que la “autoselección” podría haber sesgado los resultados del estudio, ya que las mujeres que prefieren los partos en casa tienden a ser más saludables.

Aunque el estudio se llevó a cabo en Canadá, donde la actitud hacia la partería es más tolerante que en otros países, los hallazgos podrían ayudar a calmar la continua controversia en Estados Unidos y otros sitios.

la Asociación Nacional de Parteras Profesionales Certificadas cuenta con un proceso de certificación en Estados Unidos, y algunos estados lo reconocen.

Los autores del nuevo estudio compararon tres grupos distintos de nacimientos planificados en la Columbia Británica desde inicios de 2000 hasta finales de 2004.

Entre ellos, nacimientos en casa atendidos por parteras registradas; nacimientos en el hospital atendidos por el mismo grupo de parteras registradas y nacimientos en el hospital, atendidos por médicos. En total, el estudio incluyó a casi 13,000 nacimientos.

El índice de mortalidad por 1,000 nacimientos fue de 0.35 en el grupo de las casas, 0.57 en los nacimientos en el hospital atendidos por parteras, y 0.64 entre los atendidos por médicos, según el estudio.

Las mujeres que dieron a luz en casa fueron menos propensas a necesitar intervenciones o a tener problemas como rasgado o hemorragia vaginales. Esos bebés también tuvieron menos probabilidades de necesitar oxígeno o reanimación, encontró el estudio.


Relacahupan

miércoles, 7 de octubre de 2009

El parto como experiencia psicosexual

El parto es la culminación de la unión sexual de dos personas. Así como un orgasmo aparece sólo en condiciones favorables, la experiencia del nacimiento se da naturalmente si no se la bloquea.


Muchas mujeres tienen una relación saludable con su propio cuerpo, ya que conocen su anatomía y su funcionamiento sexual. Ellas son, en general, las que más protagonizan su parto al sentir por dónde pasa, dirigen su propio trabajo y defienden sus posibilidades de acceder a ese momento de acuerdo con sus características personales. Otras, en cambio, han delegado en su pareja el nacimiento de su propio cuerpo. Fue el varón quien les enseñó a ser sexualmente, y luego se produjo una repetición de esta conducta en relación con el médico.


Son pocas las mujeres que han aprendido a tactarse a sí mismas, a saber si tienen dilatación, o a darse cuenta cómo se encuentran cuándo el bebé está naciendo (no hay que olvidar que es posible tocarse los labios vaginales, el periné o incluso tomar la cabecita con las manos cuando asoma para nacer).

A través de una relación con el cuerpo más íntima, familiar y cotidiana, es posible un crecimiento sexual a partir del embarazo y el parto.

Recorrer mentalmente y movilizar el interior de la garganta y de la boca sirven muchas veces como recursos para imaginar a la vagina. Decir “la sonrisa vertical” para referirse a esa zona corporal es usar la boca como metáfora de ella. Sirve para acceder a la vagina desde una experiencia más cotidiana y conocida, como comer, tragar, chupar, absorber, escupir, morder, o justamente sonreír, lo cual le otorga una imagen más potente, y la dota de la posibilidad de actuar en forma voluntaria.

Las disposiciones espaciales muchas veces organizan lugares vinculares de poder, y la mujer necesita disponer poderosamente de su cuerpo para poder dar a luz. Lo mismo ocurre en las relaciones sexuales, donde la movilidad corporal con la que los amantes intercambian posiciones le permitan a la vez participar de juegos de roles, en los que, si son flexibles, posibilitan el crecimiento personal y de la pareja.


Ideas alrededor de las posiciones para parir y la sexualidad
El conocimiento de nuestro cuerpo y de nuestra sexualidad va construyéndose relacionalmente por género, dentro de códigos cultural y socialmente compartidos.


Las primeras experiencias sexuales infantiles que se manifiestan en el bebe a través del placer oral en la lactancia ya van configurando un modo de relacionarse sexualmente con el mundo. Las diferentes posiciones en que es colocado a mamar lo comunican más directa o indirectamente con la mirada de su mamá. En la evolución de los patrones de movimiento, el niño atraviesa distintas posiciones hasta conquistar definitivamente la posición vertical, que lo coloca en un plano de igualdad espacial frente al adulto, con el que comienza a interactuar de un modo cada vez más simétrico.


Con las primeras experiencias sexuales —que van desde conductas autoexploratorias o de autoestimulación hasta las llamadas relaciones sexuales—, se va construyendo un sistema vincular organizado culturalmente alrededor de un esquema de relaciones de poder. Éste se expresa en todos los contextos a través de diversas manifestaciones.


En lo que hace a la sexualidad, la movilidad corporal con la que los amantes intercambian posiciones les permite, a la vez, participar de juegos de roles que, cuando son flexibles, posibilitan el crecimiento personal y de la pareja.
En el Kama Sutra, el más antiguo de los manuales hindúes conocido —escrito alrededor del siglo II de nuestra era y traducido al inglés en 1883—, es posible ver a los amantes en distintas posiciones, desplegando múltiples formas de comunicación sexual, que dan cuenta del tipo de vínculo entre ellos.

Cuando por cuestiones culturales, específicamente de género, la mujer no alcanza su autonomía emocional, sexual, social y hasta económica, sus potencialidades se invisibilizan ante sí misma y ante los demás. La práctica sexual es un espejo en donde se refleja claramente este fenómeno, observable en la rigidez en los cambios de roles en cuanto al registro del deseo, la excitación, la iniciativa y hasta en las posiciones que la pareja va adoptando en su repertorio de conductas sexuales. No es casual que muchas sólo puedan “hacerlo” con la luz apagada, o si ella está acostada en la tradicional posición del misionero. Desde esta posición, la mujer no se siente obligada a hacerse cargo de lo que está sintiendo, ya que en la fantasía de ambos queda como mera receptora y depositaria del deseo del otro. Como no ha sido habilitada para disfrutar sexualmente, acepta en forma pasiva que “la acuesten”, dejando al varón disponer de su cuerpo. Acostada, no alcanza con su mirada a sus genitales, y su capacidad de movimiento se ve limitada.

Pero la cuestión no pasa meramente por tal o cual posición, sino por la posibilidad de movimiento que supone el estar conectada con sus impulsos y sensaciones físicas y emocionales. Pararse o sentarse, o cualquier otra opción vertical, la coloca en otro espacio de acción para el cual ella y su compañero necesitan estar preparados. Disponer de todo el cuerpo, sin ocultamientos, es aceptar mostrarse al varón con los rasgos espontáneos de ese momento más allá de las actuaciones cinematográficas sobre los desempeños sexuales.

Una mujer que conoce sexualmente su cuerpo está en mejores condiciones de elegir aquella posición que facilite su momento expulsivo.

La intimidad se construye de a dos, en un vínculo de pares donde se confía del uso que el otro puede hacer con lo que se vive como vulnerable. Si reconocemos que el nacimiento es un acto sexual e íntimo, la participación que tenga el médico en él deberá respetar ese momento tomando en cuenta el lugar jerárquico que debe ocupar la mujer en el escenario del parto.

El espacio que ella haya elegido ocupar en su vínculo sexual de pareja condiciona aquel que pueda establecer con el médico en el momento de parir. Quien pueda transitar la escena sexual por todos los lugares, y situarse desde diferentes perspectivas, estará más preparada para reconocer desde qué posición abordar la experiencia de parir y hacer nacer. La horizontalidad en el vínculo con el equipo obstétrico será definitivamente la única garantía de que si elige en algún momento por la posición acostada, será su elección y no del que “la acuesta”.

Nuestra propuesta no es la de una posición ideal para parir, como tampoco lo sería para las relaciones sexuales, sino la “no posición”. La defensa de la movilidad que podría encontrarse hasta en la quietud. En las tradiciones orientales, existen muchas alusiones a la importancia de la variación en las posiciones coitales para el logro del equilibrio energético.




En los templos eróticos hindúes de Khajuraho, construidos entre los siglos IX y XIV, pueden observarse esculturas donde los amantes asumen diferentes posiciones coitales.


En Metáforas de la vida cotidiana, George Lakoff y Mark Johnson sostienen que las metáforas orientacionales en el lenguaje dan significado a nuestra experiencia. Así feliz es “arriba”, triste “abajo”. Tener control o fuerza es “arriba”, mientras que estar sujeto a control o fuerza es “abajo”. Estas metáforas tienen una base física y social, y reflejan las diferentes relaciones de poder que se establecen en los vínculos, y que están presentes tanto en el ejercicio de la sexualidad como en tantas otras dimensiones de la comunicación humana.


La danza de las hormonas
Durante el embarazo, la mujer atraviesa por una suerte de “experiencia cósmica” en la que se amplía su conciencia, por lo que todo trabajo corporal debe favorecer la emergencia de estados similares, que luego puedan ser implementados durante el parto. El nivel de endorfinas presentes en nuestro cuerpo en ese momento compensa las sensaciones desagradables que pueden llegar a surgir, y por lo tanto, nos ayuda a cambiar nuestro registro del dolor haciéndolo más tolerable.


Es muy importante aprender a llegar en forma voluntaria a ese estado de conciencia en el cual el cerebro funciona de un modo más lento, con una predisposición a distinto tipo de percepciones. Esta conexión profunda con la unidad del universo pocas veces se da en nuestras vidas (puede ocurrir al meditar, al bailar, al hacer el amor, al pintar, al escribir) y suele brindarnos una cantidad de recursos novedosos con los cuales normalmente no contamos.


Adherimos a las ideas del médico francés Michel Odent, defensor del parto humanizado, cuando en El nacimiento renacido dice: “Creo que la naturaleza del trabajo de parto y del parto será más y más comprendida como un proceso cerebral involuntario, que puede ser estudiado con mucho más acierto por todos aquellos que se preocupan por los cambios fisiológicos de la conciencia como el sueño y el orgasmo”. (p. ........)

Los estados de conciencia no ordinarios a los que se accede habitualmente en la experiencia orgásmica son isomorfos a los que se producen durante el momento del nacimiento. Explorarlos para su desarrollo es también una forma de familiarizarse y acercarse a la experiencia de parir.

Odent también destaca en La cientificación del amor el papel que desempeñan las hormonas en el desarrollo del parto, ya que del equilibrio hormonal depende especialmente que éste transcurra en forma espontánea. “La glándula pituitaria posterior tiene que secretar la oxitocina a fin de que las contracciones comiencen y continúen” (p. ......).


Por otra parte, hormonas como la adrenalina, secretada al sentir frío o también miedo, pueden inhibir las contracciones o intensificar los dolores, del mismo modo que pueden bloquear el amamantamiento. De allí lo beneficioso de un entorno de calma, donde la mujer se sienta relajada.


También las endorfinas desempeñan un rol importante dado que tienen funciones parecidas a la morfina: son una suerte de opiáceos endógenos que actúan como calmantes naturales no sólo protegiendo del dolor, sino también suprimiendo la ansiedad y produciendo un estado general de bienestar. Altos grados de endorfinas pueden inducir a ondas cerebrales alfa, que están asociadas a estados de serenidad o beatitud.


El movimiento incrementa nuestros niveles endorfínicos. De aquí la importancia de participar con cambios de posiciones, deambulación, y todo tipo de acciones que pueda disfrutar la mujer en intimidad con su pareja.


En Nuestros cuerpos, nuestras vidas, del Colectivo de Mujeres de Boston, se alienta a las parejas a participar sexual y activamente en el proceso de parto. Las autoras se dirigen a la embarazada con esta sugerencia: “En las horas anteriores al inicio del parto, dé largas caminatas, tome largos baños de agua caliente, haga el amor si no ha roto las aguas, o hágalo sin penetración si ya las ha roto; dúchese, abrácese a su compañero, bésense, deje que le acaricie los pezones; todo esto estimula las contracciones y la relaja”. (p.......)


Ciertos ejercicios y respiraciones actúan como si las embarazadas a punto de dar a luz estuvieran naturalmente drogadas. Odent afirma haber visto a mujeres en trabajo de parto en estados virtualmente estáticos o de éxtasis: “Los científicos han descubierto conexiones entre las endorfina y la oxitocina, hormona que, entre otras funciones, impulsa las contracciones uterinas durante el orgasmo, el trabajo de parto y el alumbramiento”. Se debe estimular con un entorno favorable que la mujer secrete su propia oxitocina para que no sea necesario su uso artificial, ya que suministrarles a las mujeres drogas calmantes y hormonas sintéticas (oxitocina artificial) obstruiría el equilibrio hormonal. También recomienda el empleo restringido de anestesia peridural, ya que si bien quita el dolor, elimina la participación activa de la mujer durante el parto.


La oxitocina mostró la propiedad de reducir el nivel de agresividad y producir una afectación amorosa. El estudio de mecanismos de neurotransmisión implicados en la conducta sexual muestra que esta hormona forma parte de un eje neuroquímico que participa en el deseo de unirse con una pareja sexual: se supone que estimula el deseo y excitación en los seres humanos.


En las mujeres, la excitación seguida de orgasmo aumenta los niveles de oxitocina plasmática. Ya no queda duda de que el parto comparte no sólo un mismo escenario con la actividad sexual, sino también una manera neuroquímica de funcionar.


El parto es una experiencia psicosexual íntima, y la actitud que una mujer tiene frente a él es la resultante de la relación que haya establecido a lo largo de su vida con su propio cuerpo y su sexualidad.


La mujer ha sido expropiada de este significado psicosexual del parto, por lo que es fundamental que le sea restituido su derecho a parir con intimidad mediante la reapropiación de su cuerpo y del protagonismo en la toma de decisiones que lo involucren.

(Fragmentos del libro "El embarazo transformador" de Viviana Tobi, Editorial Paidós, 2007)

Nacer en casa

• Nacimiento en casa

¿UNA LOCURA COLECTIVA?, ¿UNA VUELTA ATRAS?... UN RETO?
UNA OPCION CONSCIENTE?...
UN DERECHO JUSTIFICADO Y SEGURO.
UNA REALIDAD QUE DURA MILES DE AÑOS... Y AVANZA...
TEXTO DRA. MARÍA FUENTES CABALLERO - ARCOS DE LA FRTRA, CÁDIZ - MAYO 2009 - ENVIADO POR ANNA MARÍA VIDAL.

Dra. María Fuentes Caballero. Colegiada. 6974. Directora del Centro de Salud Artemisa. Directora de la Escuela Salud Holística Consuelo Ruiz. España. Fundadora, y miembro de la Asociación Profesional española Nacer en Casa. Fundadora del equipo Titania, dones per la salud. Barcelona. Miembro de la red de mujeres sanitarias española Red Caps. Miembro del equipo asesora de la revista especializada: Mujer y salud.

Miles -no sabemos si millones- de años, demuestran que nacer es un hecho natural fisiológico. Y que las humanas podemos. Con ayuda, mejor. Con apoyo, mejor. Con higiene, mejor. Con compañía, mejor. Con respeto, mejor. Con información y entrenamiento, mejor. Con conciencia, mejor.

Según el momento histórico, según el lugar geográfico, según la cultura imperante, según las personas...ese modelo ha ido sencillamente cambiando, avanzando...a veces en línea recta, a veces a trompicones, a veces bendecido por el sistema imperante y la ortodoxia científica, a veces a pesar de ella... Pero avanzando.

Y no es cuestión de desgarrarse las vestiduras cada vez que aparece un nuevo paso,Un nuevo modelo, un nuevo paradigma.

Es cuestión –como profesionales, y cientific@s- de escuchar, observar, acompañar, reflexionar, com-probar, hacer la experiencia, contrastar, estudiar, difundir la experiencia y los conocimientos... y seguir dispuest@s a seguir modificando, avanzando, transformando..y esperando que l@s que nos sucedan, nos cuestionen, nos superen...

Por eso, no deja de extrañar la virulencia con que –la que debería ser un bastión de referencia a seguir, la Sociedad Médica de Obstetricia y Ginecología-[1], ve, y califica una experiencia que a día de hoy, está vivida, estudiada, investigada, comprobada, aceptada, y bendecida, por los representantes de la medicina y la ciencia internacionales. El hecho de nacer y/o parir en casa... en el nido... en el hogar... allí donde fuimos engendrados, donde nos aman, nos cuidan, donde vamos a vivir el resto de nuestra vida de humanos, y con suerte, donde moriremos.

A estas alturas hay demasiados libros publicados en todos los idiomas, demasiados artículos científicos que lo avalan, demasiados organismos sanitarios internacionales que han dado sus “bendiciones”, e incluso han recomendado el parto en casa como deseable, seguro, barato, como para volver a aburrir con innumerables citas.

Como parece que la memoria –o la ignorancia, o el miedo, no sé, se resisten- insistiré una vez más. Sencillamente, por responsabilidad. Aunque me limitaré a recordar las referencias y estadísticas e investigaciones más recientes, y/o, las más reconocidas.

Sin dejar de indicar que yo misma, y la mayoría de mis colegas y amig@s, somos “sobrevivientes” del parto en la casa y en la cama de nuestras respectivas madres.

1. Según la OMS, el lugar donde se desarrolle el parto es de gran importancia en la progresión de éste y la del nacimiento.Y recomienda: Todas las mujeres deberían dar a luz en el lugar que ella se encuentre segura, un sitio donde toda la atención y cuidados se enfoquen en sus necesidades y su seguridad[2]

2. El British Journal, revista médica inglesa de gran prestigio, publicó un riguroso estudio sobre el parto en casa, en el cual participaron 400 comadronas y más de 5400 mujeres que dieron a luz en sus domicilios en el año 2000. En él se demostró que parir en casa es una opción segura, las tasas de mortalidad no fueron distintas a las de partos hospitalarios, aunque sí con menor tasa de intervención médica. Un 97% de las mujeres que intervinieron en el estudio se mostraron satisfechas.[3]

3. Con resultados semejantes al estudio presentado por el British Journal, fue llevado a cabo otro similar en nuestro país, pero no publicado en ninguna revista científica de prestigio, por parte de la Asociación Profesional Nacer en casa. Una muestra de 5.000 mujeres de todo el país. Atendidas por equipos distintos, dan resultados contundentes: Nacer en casa en nuestro Estado, en este momento, es al menos tan seguro como parir en el hospital.
Algunos detalles:
11% de traslados al hospital.
5% de cesáreas
5% episiotomías
2% de desgarros de 2º y 3º grado

Para l@s leg@s en el tema, aclarar que estos datos mejoran ampliamente, los considerados como recomendables desde las investigaciones más recientes de la medicina de la evidencia.[4]

En cuanto a la mortalidad materno infantil, fue equiparable a la hospitalaria.

Se refleja que los partos domiciliarios de embarazos de bajo riesgo pueden ser tan seguros como los hospitalarios, o más; al mismo tiempo que suponen un menor gasto sanitario y mayor satisfacción para la mujer y la familia al verse en un ambiente más intimo que en un hospital. El grado de satisfacción por parte de la mujer y su familia fue del 95%.

4. Si tomamos los datos del informe Cumberleg y los estudios realizados en Inglaterra, Países Bajos y Suiza sobre parto en casa (BMJ 1996), la asistencia domiciliaria es una alternativa viable dentro de los sistemas de salud. El presente estudio pretende confirmar que este tipo de asistencia al parto, en embarazos de bajo riesgo y actualmente en los países desarrollados, puede ser tan eficaz y segura como la asistencia hospitalaria clásica, suponiendo una reducción del gasto y mejorando la vivencia familiar de este proceso, que inicialmente debe considerarse fisiológico.

5. En cuanto a la posición del "ROYAL COLLEGE OF MIDWIVES" ante este modelo asistencial:En Enero de 2003 el Royal College of Midwives del Reino Unido presentó un texto con su posicionamiento ante el parto en casa. Un texto que, aunque en inglés, debería ser conocido por todas las comadronas.En el se pone una vez más de manifiesto que el parto en casa es seguro para mujeres de bajo riesgo. http://www.rcm.org.uk/data/info_centre/data/position_papers.htm

Gracias a estos- y muchos otros- estudios, estamos en condiciones de afirmar con rotundidad: que el tópico de que parir en casa es peligroso para la salud de la madre y el bebé, no está científicamente demostrado. Muy al contrario, lo que sí está demostrado, es que es tan seguro, y menos peligroso para la salud de la madre y la criatura que el parto hospitalario.

Quien tenga necesidad de más datos, puede acudir a las diferentes webs:

http://www.escuelasaludholisticaconsueloruiz.org/
http://www.nacerencasa.org/
http://www.pangea.org/pdn/
http://www.primalhealthresearch.com/
http://www.who.int/es/
http://www.elpartoesnuestro.es/
http://www.beatrijssmulders.nl/

O consulte la bibliografía de

"Mujeres y salud desde el sur". Maria Fuentes. Ed. Icaria. Barcelona. 2008.

[1] Nos referimos a la carta que el Dr. Bajo, Presidente de la SEGO, escribe en su revista respecto al anuncio televisivo donde se ve un parto en casa.

[2] Cuidados en el parto normal: Una Guía Práctica. OMS. Ginebra 1999.
[3] Se puede leer el artículo completo en español en: http://www.bmj.com/cgi/data/330/7505/1416/DC1/1
[4] Dr. M Wagner.2000

Para conectar con la Dra. María Fuentes: mariafuentes3@yahoo.es

Extraído de Círculo de Mujeres. Link